Un milagro en una gota
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????????????????????????????????????????????????????????????????Esta niña tiene un milagro en su boca. La gota transparente que cae hacia su lengua encierra un tesoro descubierto tras decenas de miles de horas de investigación: la vacuna Sabin contra la poliomelitis. Sin ella esta pequeña podría contraer un virus terriblemente contagioso que le produciría parálisis, atrofia, deformidades e incluso la muerte. Pero gracias a cientos de millones de gotas como esa la polio está prácticamente erradicada en el mundo; ha pasado de 350.000 casos hace 25 años a apenas un par de miles en la actualidad.
¿Quién le diría que no a un milagro así? Pues quizá usted, o su vecino, o los padres de alguno de los compañeros de clase de sus hijos; militantes anti vacunas que están jugando con la salud de todos. Tomemos como ejemplo al sarampión, una de las enfermedades infecciosas más contagiosas. En España estaba prácticamente erradicado. En 2004 infectó a sólo dos personas. Y en 2011 a tres mil. ¿Cómo ha sucedido algo así? Principalmente porque hay muchos padres que se niegan a vacunar a sus hijos, animados por los grupos anti vacunas, que basan su creencia en un artículo que resultó ser un fraude (y que, por cierto, hizo millonario a su autor gracias a la venta de pruebas para la detección de la enterocolitis autística, una enfermedad que se inventó).
Para erradicar un virus tiene que estar vacunada un 95 por ciento de la población. En España la cobertura del sarampión no llega al 85 por ciento, con lo que no se da el efecto rebaño, aquel que logra proteger a los que no se han vacunado: bebés demasiado pequeños para la vacuna o adultos nacidos antes de que se generalizara su uso.
El sarampión no es una enfermedad leve. Uno de cada mil afectados desarrollará una encefalitis, que dejará con retraso mental a una de cada tres. Y uno de cada diez mil morirá. Su rebrote afecta a casi todos los países desarrollados. En Francia, por ejemplo, han muerto seis personas, y las autoridades sanitarias están sopesando adoptar medidas drásticas como obligar por ley a todos los padres a seguir el calendario de vacunación.
Un dato más: antes de la vacuna, a finales de los años 70, el sarampión mataba a dos millones ochocientas mil personas al año en el mundo. Ahora su tasa ha caído en picado hasta las 158.000 muertes al año. ¿De verdad queremos volver atrás? ¿De verdad queremos renunciar a ese milagro?