¿Agujeros negros? A manta
Probablemente este artículo contendrá una serie de despropósitos incluso superior a lo habitual, porque voy a partir de la asombrosa idea de Stephen Hawking de que no hay agujeros negros.
Probablemente este artículo contendrá una serie de despropósitos incluso superior a lo habitual, porque voy a partir de la asombrosa idea de Stephen Hawking de que no hay agujeros negros.
Probablemente este artículo contendrá una serie de despropósitos incluso superior a lo habitual, porque voy a partir de la asombrosa idea de Stephen Hawking de que no hay agujeros negros tal como nos los han contado: decían que de un agujero negro ni energía ni materia pueden salir, que se los traga la supergravedad. Ahora dice Hawking que sí, pero que no sabemos cuándo y que si sale información, sale muy desmejorada, a lo caótico, ¿entienden? La física es lo que tiene. Que ni con química, para el común de los mortales.
Hawking siempre me ha parecido simpático. Aunque solo sea por haber actuado en la estupenda serie The Big Bang Theory. Secretamente he albergado la esperanza de que su poderosa mente respondiera por fin al enigma de nuestro tiempo: a dónde van a parar los calcetines negros si estaban en la lavadora. Mi teoría es que el colisionador de hadrones lo tenemos en la cocina y que aquello se llena de bosones de Higgs y otras cosas cuánticas que encima arrugan las camisas. Siempre he pensado que los tambores de esos electrodomésticos son, como mínimo, agujeros de gusano, o atajos espacio temporales, por entendernos.
Naturalmente, la comunidad de físicos anda revolucionada con la teoría. Lo que en este caso suele suponer que han girado la cabeza lentamente mesándose al tiempo la barba, caso de haberla, o mordiendo la patilla de las gafas con delicadeza. Se está generando una discusión que igual requiere la intervención de los Bibliotecarios Antidisturbios. El problema es que no saben conciliar la teoría de la relatividad, la cuántica y los fenómenos fundamentales de la Naturaleza, como Ronaldo, sin ir más lejos.
Si Hawking tiene razón, esto explica la mayoría de los pufos de los corruptos: no es que se las hayan devorado, es que en algún momento saldrán de nuevo la pasta y la información, pero muy desmejoradas. Podría pensar algún ejemplo, pero ya se les han ocurrido a ustedes unos pocos. Yo creo que la respuesta está en la teoría de cuerdas: las de presos, en concreto.
Esta noche, en homenaje a los físicos, voy a hablar con la boca llena en la cena. Se me va a entender lo mismo. Eso sí, con una resplandeciente Torta del Cuásar, que untada está exquisita.