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Humo y banderas

Los españoles contemplamos con sanísima envidia las estremecedoras imágenes de los manifestantes ucranianos que plantan banderas en las barricadas humeantes. Son enseñas nacionales y también la de la Unión Europea.

Opinión
  • Sociólogo español, colaborador habitual de medios de comunicación. Es catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense. Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Columbia y ha sido profesor visitante en las de Yale y Florida y en El Colegio de México.

Los españoles contemplamos con sanísima envidia las estremecedoras imágenes de los manifestantes ucranianos que plantan banderas en las barricadas humeantes. Son enseñas nacionales y también la de la Unión Europea.

Los españoles contemplamos con sanísima envidia las estremecedoras imágenes de los manifestantes ucranianos que plantan banderas en las barricadas humeantes. Son enseñas nacionales y también la de la Unión Europea, la cual resulta ser, curiosamente, una réplica del manto de la Virgen María. La foto que me inspira este billete es de una gran belleza. Bajo el humo y con temperatura de la tundra, la multitud hierve.

Puede que sea una utopía la idea de la UE como federación. Llega tarde porque muchos de los Estados miembros más destacados son, a su vez, federaciones o algo parecido. En España decimos “Estado de las autonomías”, lo que no deja de ser una contradicción. Encima no todas las regiones españolas ostentan los mismos derechos. Pero sistemas parecidos rigen en Alemania, Reino Unido, Italia y otros países. Incluso la misma Ucrania resulta heterogénea: convive con la cultura polaca y la rusa.

En lugar de un Estado federal podríamos imaginar para Europa (con Rusia y Ucrania, claro está) una Confederación de Estados. Ya sé que es una fórmula antigua. El modelo más próximo es el del Imperio Austrohúngaro, que dio una altísima densidad de artistas, científicos y profesionales de prestigio. Esa fórmula, aplicable ahora a todo nuestro continente, significaría el fin del contencioso entre Rusia y Ucrania, además de otros conflictos.

Así pues, no se trata de dividir sino de aunar. Dentro de cada Estado de la UE confederada podrían hacerse, a su vez, toda suerte de subdivisiones. La condición simbólica sería que hubiera sendas banderas nacionales que se izaran junto a la europea. Eso respecto a los símbolos. Los contenidos tendrían que ser el fin de la política proteccionista e intervencionista que ha distinguido a la UE hasta el momento. Demasiado hermoso, pero soñar es gratis.