Matrimonios de leyenda
Alguien debería escribir una novela sobre esto, antes de que yo coja la idea y la fastidie.Es una historia llena de posibilidades. De verdad que es un novelón y alguien tendría que escribirlo.
Alguien debería escribir una novela sobre esto, antes de que yo coja la idea y la fastidie.Es una historia llena de posibilidades. De verdad que es un novelón y alguien tendría que escribirlo.
Grande Polonia, que el matrimonio en Europa es un acto heroico y sobrevivir a él bien vale una condecoración, como si fueran los jinetes suyos que se lanzaban contra los pánzer. Lo de las medias naranjas en una mentira para vender flores alérgenas en San Valentín, y la verdad es que el tálamo las más de las veces es la unión imposible de media fresa y media pera, cuando no una macedonia. Y, con todo, sería más amable si los poderes públicos no pareciesen coaligados para destruirlo. Están convencidos los cónsules del continente de que ya solo la familia les resta poder para el control absoluto sobre el individuo, que en solitario se sabe inerme frente a otro matrimonio, el del Mercado y el Estado, una coyunda convertida en totalidad.
En los años noventa la policía sueca tuvo que crear un grupo especial dedicado a visitar a las mujeres divorciadas a la hora de la cena. La razón oscilaba entre lo cómico y lo grotesco, porque los policías se encargaban de averiguar si efectivamente el marido no se encontraba en casa, es decir, tenían que comprobar que la separación de los cónyuges era real. No es literatura, es absolutamente cierto. El caso es que muchísimos matrimonios fingían el divorcio para aprovecharse de la catarata de ayudas públicas que recaían sobre las mujeres separadas y con hijos: salarios directos, subvenciones, preferencia en colegios y guarderías. La vida era mejor y mucho más barata tras el divorcio, y por el contrario, mantener unido a un matrimonio costaba un pastón, no asumible para todos, entre otras cosas, porque había que pagar los impuestos necesarios para que cobrase tanto subvencionado.
Alguien debería escribir una novela sobre esto, antes de que yo coja la idea y la fastidie. Es una historia llena de posibilidades, donde puede haber humor (los maridos escondiéndose en el armario o saltando por la ventana, como si fueran amantes), intriga (el policía, en plan Sherlock, tratando de adivinar si el tipo que cena con la señora es su marido, un hermano o un ligue), melodrama (los esposos citándose a escondidas, en algún bosque, y ella llora desconsolada porque el mundo no les permite estar juntos), y sobre todo tragedia, mucha tragedia: un estado policial que persigue a los ciudadanos para que ni se casen ni funden familias, haciéndoles pagar una fortuna mientras lo intentan y luego, cuando al fin se rinden, vigilándoles hasta en la alcoba, para evitar que puedan mantener su romance en la clandestinidad. De verdad que es un novelón y alguien tendría que escribirlo. Además no hace falta ir a Suecia, basta coger el IRPF español y hacer cuentas: aquí también se penaliza el estar felizmente casado.