THE OBJECTIVE
Javier Quero

Desalmados sí, desarmados no

Contemplando las cien armas aprehendidas en una prisión hondureña es imposible no establecer paralelismos con el arsenal etarra mostrado a los verificadores a sueldo de la banda.

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Desalmados sí, desarmados no

Contemplando las cien armas aprehendidas en una prisión hondureña es imposible no establecer paralelismos con el arsenal etarra mostrado a los verificadores a sueldo de la banda.

Contemplando las cien armas aprehendidas en una prisión hondureña es imposible no establecer paralelismos con el arsenal etarra mostrado a los verificadores a sueldo de la banda. En comparación, los reos de este penal están mucho mejor pertrechados.

Lo de ETA casi causa compasión. Cómo es posible que se siga llamando banda armada con tal birria de armamento. Parece que hubieran cambiado sus métodos y ahora pretendan matarnos de risa con retratos de foto matón. La chusca burla de quienes no tienen otro destino decente que no sea la cárcel ha contado con la complicidad de un grupo de indocumentados con aires de pacifista que recorren el mundo certificando cualquier mascarada a cambio de una buena remuneración.

Los farsantes verificadores, en una pirueta chocarrera, llegaron a admitir que los encapuchados les mostraron la artillería y, en vez de entregarla, se la volvieron a llevar; eso sí, con la firme promesa de no usarla. Palabra de terrorista. O estos verificadores de pega y paga son memos o creen que los demás lo somos.

Quien también les apoya, aparte de los palmeros habituales, es el mismísimo Urkullu y el PNV que lo sustenta. Según el corifeo nacionalista vasco, es preciso tener gestos con ETA tras asegurar que no piensan usar cuatro paquetes de explosivo caducado, una pistola rota y un tirachinas de precisión. Me quedo con lo dicho por Rajoy en el debate del estado de la nación en mal estado: ¿Qué se supone que hay que darle a los asesinos a cambio de que dejen de matar? ¿Y por qué hay que darles algo? De tales criminales sólo cabe esperar que incondicionalmente entreguen sus armas y sus almas, si es que éstas últimas se las aceptan en algún lugar que no sea el infierno.

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