THE OBJECTIVE
Manuel Aguilera

1 año, 15 meses o un siglo

El chavismo, esa suerte siniestra de realismo mágico aplicado a la política, ya ni si quiera puede honrar a su héroe. Sin darse cuenta, Chávez dictó la sentencia de muerte del chavismo.

Opinión
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1 año, 15 meses o un siglo

El chavismo, esa suerte siniestra de realismo mágico aplicado a la política, ya ni si quiera puede honrar a su héroe. Sin darse cuenta, Chávez dictó la sentencia de muerte del chavismo.

El chavismo, esa suerte siniestra de realismo mágico aplicado a la política, ya ni si quiera puede honrar a su héroe. Y no sólo porque en su laberinto de mentiras todo lo que sale de la boca de sus bravucones líderes se ponga en duda -hasta la fecha de la muerte de Hugo Chávez tiene tantas teorías como el asesinato de Kennedy-.

Lo que más avejenta a la revolución bolivariana es la crudeza de sus cifras. Empezando por los 19 muertos y los 250 heridos registrados por la represión de las últimas semanas y continuando con la inflación más alta del planeta en 2013 (56%), niveles de escasez de un 20% de promedio (y en algunos casos superiores al 60 en productos básicos como leche, azúcar, harina o aceite) y una tasa de criminalidad de 79 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Y mientras Nerón Maduro toca el harpa con el paisaje ardiendo al fondo, Raúl Castro, la inspiración, la cabeza del imperialismo antiimperialista acudió a los homenajes al muerto que no tiene horario ni fecha en el calendario. Dice Maduro que es inaceptable el odio que la oposición muestra hacia los cubanos. Precisamente odio, la semilla que plantó su antecesor en el jardín de Miraflores para fracturar un país y subirse a una de sus dos mitades. El odio genera odio y Venezuela arde por los cuatro costados en una guerra urbana sin final a la vista.

Es una cuestión de tiempo -en la que hasta los brujos hacen sus cábalas- pero los días del chavismo sin Chávez están contados. No sabemos si murió hace un año como dice su propaganda o hace 15 meses como especulan sus enemigos. Lo que sí sabemos es que su dedo apuntando a Maduro precipitó el final de su leyenda. Sin darse cuenta, Chávez dictó la sentencia de muerte del chavismo.

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