THE OBJECTIVE
Hermann Tertsch

La decencia de la firmeza

Parece una mala broma que el Gobierno sirio, que ha asesinado de las maneras más brutales y despiadadas a decenas de miles de sus súbditos, mujeres, niños y ancianos incluidos, proteste por una muerte aislada.

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La decencia de la firmeza

Parece una mala broma que el Gobierno sirio, que ha asesinado de las maneras más brutales y despiadadas a decenas de miles de sus súbditos, mujeres, niños y ancianos incluidos, proteste por una muerte aislada.

Parece una mala broma que el Gobierno sirio, que ha asesinado de las maneras más brutales y despiadadas a decenas de miles de sus súbditos, mujeres, niños y ancianos incluidos, proteste por una muerte aislada. Que fue la causada en un centro militar sirio por una acción de represalia de unidades del ejército de israel en los Altos del Golán.

Respuesta puntual a un ataque de que fue objeto y que causó heridas a cuatro soldados israelíes. El Gobierno de Damasco ha protestado pero no se ha declarado sorprendido. Nadie puede estarlo ante las claras reglas impuestas por Israel en su actitud frente a la guerra en el país vecino que ya ha costado la vida a más de 150.000 sirios. Todas las partes, todas las fuerzas combatientes, fieros enemigos entre sí, tienen una cosa en común que es su enemistad incondicional hacia Israel.

Desde el régimen de Bashir el Assad a los voluntarios extranjeros de Al Qaeda, pasando por todo el elenco de grupos colaboradores o resistentes, mercenarios o fanáticos, de tribus y etnias sirias o extranjeras, allí hay de todos menos amigos declarados del estado judío. E Israel ha dejado saber que no va a mostrar preferencias ni exponer apoyos. Pero que aquél que ose atacar a Israel, siempre y en todo caso tendrá respuesta. Ni un caso de agresión, por la parte que sea, quedará sin respuesta.

La rigurosa política dirigida por este principio es la disuasión más eficaz por creíble. Por desgracia Israel se ha quedado solo, muchas veces incomprendido, en esta digna política de la firmeza que tan espléndidos resultados ha cosechado para este pequeño Estado rodeado de enemigos. Sus aliados demuestran ahora dramáticamente los errores de opciones contrarias. Con la traición a su palabra y falta de disposición a cumplir los principios básicos de sanción y represalia, el presidente Barack Obama demostró en la crisis de las armas químicas que no estaba dispuesto a pagar ningún precio por la coherencia. Y perdió ésta para siempre.

Se la entregó a un presidente, Vladimir Putin, que ha sabido utilizarla, convertida en prestigio, fuerza bruta y credibilidad, de forma implacable. Igual de perdidos que EEUU bajo esta desastrosa presidencia están los europeos. Cuyo desarme sistemático desde hace décadas ha sido una terrible irresponsabilidad que ha dejado a la comunidad democrática occidental en Europa con su seguridad a merced de voluntad y humor de otros con armas, decisión y voluntad de usarlas. Hoy claramente de Rusia. Lo pagan ya quienes han intentado encontrar su protección ante los apetitos totalitarios del nuevo zarismo. Es decir, Ucrania. Quien sabe si pronto Moldavia y otros. Las sociedades modernas que confunden sus cómodos deseos de huir de todo conflicto con supuestas paces garantizadas pueden tener un brutal despertar de sus sueños de la seguridad gratuita. Israel nunca ha soñado. Aprendida en los abismos de la historia en el siglo XX la lección, jamás su seguridad, su libertad y su existencia habrán de estar en manos que no sean las suyas. Israel responde. Si la sociedad abierta occidental tomara ejemplo, se ahorraría muchos sobresaltos, peligros y humillaciones. Y podría defender con decencia y firmeza también a aquellos que quieren compartir su libertad.

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