Pre-obituarios
Esta semana hemos asistido al nacimiento de un nuevo género periodístico: el pre-obituario. Mientras escribo estas líneas, los presentadores de un informativo de televisión aportan todo tipo de detalles acerca del futuro funeral de Estado de Adolfo Suárez.
Esta semana hemos asistido al nacimiento de un nuevo género periodístico: el pre-obituario. Mientras escribo estas líneas, los presentadores de un informativo de televisión aportan todo tipo de detalles acerca del futuro funeral de Estado de Adolfo Suárez.
Esta semana hemos asistido al nacimiento de un nuevo género periodístico: el pre-obituario. Mientras escribo estas líneas, los presentadores de un informativo de televisión aportan todo tipo de detalles acerca del futuro funeral de Estado de Adolfo Suárez.
No sé si nos hemos vuelto locos o los acontecimientos de las últimas horas nos han arrastrado irremediablemente a este punto, pero creo que jamás se había retransmitido el minuto a minuto de la agonía, la cuenta atrás de la vida de una persona, por mucho que se trate del primer presidente de la democracia. Eso sí. Bien es cierto que nunca antes se nos había puesto sobre la mesa un reloj de arena con 48 horas de margen.
Tampoco conviene buscar culpables, ni acusar a nadie de lanzar la primera piedra, pero los que nos dedicamos al oficio de informar nos hacemos muchas preguntas estos días.
¿Hizo bien la familia en anunciar el «desenlace inminente»? ¿Cómo se gestiona una noticia de este tipo? ¿Es acertado tratar al que está vivo como si ya hubiese fallecido? ¿Emitir perfiles, documentales y reportajes puede considerarse un homenaje o se convierte en ofensivo por tratarse de alguien que todavía no ha muerto?
Radios, periódicos y televisiones ya han fundido en 24 horas eso que los periodistas llamamos «nevera» sobre la figura de Adolfo Suárez. Se ha entrevistado a expertos, analistas, biógrafos y conocedores de la figura del ex-presidente. Es el acto reflejo de los medios. Ser los primeros en contar la noticia, en ofrecer el mejor análisis.
Nadie lo dice en voz alta pero todos lo han pensado. ¿Qué ocurrirá si pasadas esas 48 horas Suárez no ha fallecido? ¿Qué harán los medios el lunes pasado ese plazo? ¿Se cargará contra la familia por aventurarse a fijar un desenlace con tanta precisión?
Ojalá nos tengamos que plantear ese dilema. Significará que el ex-presidente sigue vivo y que muchos, al menos, tendrán que plantearse entonar el mea culpa.