¿Curar la depresión con Botox?
Hace poco ha aparecido la noticia: inyecciones de botox en la frente hacen que disminuya la depresión. Vale, sólo es un estudio. Los resultados: el 52% de los que recibieron botox mejoró su depresión.
Hace poco ha aparecido la noticia: inyecciones de botox en la frente hacen que disminuya la depresión. Vale, sólo es un estudio. Los resultados: el 52% de los que recibieron botox mejoró su depresión.
Hace poco ha aparecido la noticia: inyecciones de botox en la frente hacen que disminuya la depresión. Dicho así, a lo bruto.
Vale, sólo es un estudio. Publicado en el Journal of Psychiatric Research, se dividió un grupo de pacientes diagnosticados de depresión para que se les administrara a la mitad una inyección de botox, y a la otra mitad solución salina. Ni los pacientes ni los profesionales sabían lo que ponían (lo que se llama “doble ciego”, para evitar influencias).
Y los resultados: el 52 % de los que recibieron botox mejoró claramente su depresión, y solo el 15 % de los que recibieron suero.
¿Dónde está el truco? Los investigadores asocian sus resultados a las propuestas del propio Darwin. Las expresiones faciales podrían modificar los sentimientos al proporcionar información al cerebro. De ahí, modificar la expresión podría ayudar. Otros investigadores emplean técnicas distintas, como hacer que los pacientes sonrían, midiendo luego el grado de “alegría” conseguido.
Todos sospechamos que nuestra actitud, nuestra forma de vestir, nuestra postura, los gestos, la posición de las manos, si cruzamos las piernas o no… todo influye en cómo recibimos las noticias, en el efecto que pueden hacer sobre nosotros las palabras y los hechos. Sobre nosotros y sobre los demás.
Los psicólogos lo saben de siempre. Estudian nuestros gestos en las entrevistas de trabajo, hacia dónde movemos la mirada, si apretamos los dientes, si empleamos muletillas. Cosas a veces imperceptibles que han inspirado series de televisión como “Miénteme”. ¿Y si en vez de que sea de forma espontánea fuera provocado?
Quizá se abre un camino con un final insospechado. ¿Por qué no emplear el botox en otros lugares, como por ejemplo en la mano, para evitar que apretemos los puños? ¿Se te ocurre algún sitio más?