La gran ficción son los cimientos del Juancarlismo

El problema del libro de Pilar Urbano no es que cuente nada novedoso, sino que quien hoy lo cuenta ha estado demasiado cerca del poder del Rey. Por eso el régimen ha soltado a los perros de presa.

Un libro está siendo denigrado por todos antes de leerlo. Hasta la Casa Real ha entrado al ataque y ha calificado la tesis del libro como «pura ficción imposible de creer». Pilar Urbano, elogiada otras veces, sufre una campaña de insultos y hay quien pide que censuren su libro.

En España es habitual eludir debates importantes con ataques a la persona o a sus motivaciones. Nada razonable se argumenta. Se ridiculiza a quien osa cuestionar las versiones oficiales. Los que pretenden que nos creamos las patrañas oficiales del 11M quieren que nos traguemos la tesis de que el 23F fue un golpe de Estado de militares involucionistas, versión ya refutada hace tiempo. Quien conozca estudios serios llegarán a la conclusión sorprendente de que fue Tejero quien impidió el verdadero y único golpe de Estado.

El 23F es, con los mitos de la Transición, el cimiento en que se sostiene el Juancarlismo, una Monarquía que busca legitimar su poder de origen franquista entregando los gobiernos a la izquierda y al separatismo. Por eso el Juancarlismo desprecia a esa derecha que, a pesar de ello, se ha entregado al sistema. Es contradictorio sostener que el régimen actual garantiza la unidad y la prosperidad de la patria a base de contentar a quienes atacan a la nación y a la libertad. 

El problema del libro de Pilar Urbano no es que cuente nada novedoso (son cosas sabidas), sino que quien hoy lo cuenta ha estado demasiado cerca del poder del Rey. Por eso el régimen ha soltado a los perros de presa. La cacería ha empezado porque corre peligro la única ficción imposible de creer que tiene a millones de españoles engañados gracias al empeño de tantos periodistas serviles y a miles de políticos sin principios. A ver si reflexionan todos porque el cardenal Rouco tenía toda la razón en su homilía por Adolfo Suárez.