THE OBJECTIVE
Manuel Aguilera

Hablamos después de Semana Santa

El detalle de la frase no tendría la menor importancia si no fuera porque algunos de los “hablamos después de Semana Santa” no se han producido la víspera de la fiesta oficial, horas antes de echar el cierre a la oficina.

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Hablamos después de Semana Santa

El detalle de la frase no tendría la menor importancia si no fuera porque algunos de los “hablamos después de Semana Santa” no se han producido la víspera de la fiesta oficial, horas antes de echar el cierre a la oficina.

Hacía años, los mismos que llevo viviendo fuera de España, que no me repetían tantas veces esta frase. Y es que ha dado la casualidad de que estoy valorando varios proyectos de colaboración con empresas de mi país desde Miami, donde ahora resido, por lo que he vuelto a verme afectado en una de las fechas vacacionales por decreto de los españoles. El detalle de la frase no tendría la menor importancia si no fuera porque algunos de los “hablamos después de Semana Santa” no se han producido la víspera de la fiesta oficial, horas antes de echar el cierre a la oficina. Me refiero a una o dos semanas antes de cargar el coche con las maletas, el loro y la suegra rumbo a la playa, el pueblo o las procesiones.

Probablemente me esté metiendo en un jardín, pero no comparto la tradición del «cerrado por vacaciones», la obligación de que la España productiva desaparezca como ocurre igualmente en el mes de agosto. Con tanta reunión postergada, me ha venido a la memoria una experiencia vivida hace unos años, justo antes del inicio de la crisis, en la que me convertí en mediador para un gran acuerdo entre un importante grupo editorial español y una potente televisión hispana de los Estados Unidos.

A mediados de julio celebramos una reunión telefónica. Tan sólo quedaban unos flecos por cerrar y la abogada de la compañía americana propuso acelerar los cambios del contrato final y proceder a su firma en agosto. “¿Agosto? Imposible, yo me voy a México de vacaciones”, respondió ofendida su colega española. “Además estos contratos requieren la firma del consejero delegado y está todo el mes de agosto en Marbella”, remató la representante legal desde Madrid en tono de enfado.

Al final, las calurosas vacaciones de agosto enfriaron la alianza. La televisión de EEUU siguió creciendo y el grupo de comunicación español aceleró su caída en ventas e ingresos publicitarios. Lo que nunca he sabido es qué tal se lo pasó la abogada en México y el consejero delegado en Marbella.

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