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Dos Santos en la familia

En nuestro viaje de novios, en octubre de 1958, mí mujer y yo fuimos a la plaza de San Pedro un par de veces para ver si salía la fumata blanca o negra. Pío XII había fallecido aquel mismo mes y los cardenales estaban reunidos en cónclave.

Opinión
  • Profesor y escritor español conocido por su libro "La crisis ninja y otros misterios de la economía actual", donde explica los pormenores de la crisis de las hipotecas subprime desde un lenguaje coloquial y llano.

En nuestro viaje de novios, en octubre de 1958, mí mujer y yo fuimos a la plaza de San Pedro un par de veces para ver si salía la fumata blanca o negra. Pío XII había fallecido aquel mismo mes y los cardenales estaban reunidos en cónclave.

En nuestro viaje de novios, en octubre de 1958, mí mujer y yo fuimos a la plaza de San Pedro un par de veces para ver si salía la fumata blanca o negra. Pío XII había fallecido aquel mismo mes y los cardenales estaban reunidos en cónclave. Por lo menos, hubo 5 votaciones fallidas, porque recuerdo los titulares de un periódico romano: «per la quinta volta, fumata nera».

El 28 de Octubre, anocheciendo, la gente se empezó a poner nerviosa porque parecía que el humo estaba saliendo más blanco. Al cabo de unos minutos, gran griterío. El humo era blanco, realmente. La plaza se llenó de repente, como si la gente hubiera estado esperando en sus casas. Al cabo de un rato, se abrió el balcón, descolgaron un tapiz y salió el camarlengo para decir que el elegido era Angelo Giuseppe Cardinale…Un señor a nuestro lado gritó: «¡Roncalli!». Sí, era Roncalli, que salió a bendecirnos convertido en Juan XXIII.

Esas cosas no se olvidan. Mí mujer y yo las recordamos como si hubieran sucedido ayer.

Y en 2014, aquel Roncalli del balcón de la plaza de San Pedro es San Juan XXIII.

Le acompaña Juan Pablo II, una figura más cercana, a quien hemos visto muchas veces, hemos hablado con él, hemos estado en su Misa en la capilla privada…
Ahora, en casa, decimos que NOS los hacen santos. Nosotros ya sabíamos que lo eran, pero nos hace ilusión que la Iglesia lo proclame «oficialmente», porque, por esas cosas que pasan en la vida, nos parece que son de la familia. Y no todos tienen dos santos en la familia.