Servidumbre y sometimiento
Me referiré solamente a un tipo de sometimiento que amenaza hoy en día a gran parte del pueblo venezolano: el hábito de obedecer o el sometimiento en zonas de indiferencia.
Me referiré solamente a un tipo de sometimiento que amenaza hoy en día a gran parte del pueblo venezolano: el hábito de obedecer o el sometimiento en zonas de indiferencia.
Frente a las numerosas fotos y videos de enfrentamientos y protestas ocurridas en muchas ciudades del mundo durante la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, la imagen apacible y calma de más de 500 mil trabajadores cubanos marchando ordenadamente hacia la plaza de la Revolución José Martí para alabar al líder y no reclamar absolutamente nada hace recordar con tristeza la servidumbre voluntaria de Étienne de La Boétie. ¿Cómo llega un pueblo a conformarse con su condición y a vivir perennemente en estado de cuasi esclavitud? El pueblo cubano se ha convertido en el paradigma contemporáneo para el estudio del sometimiento. Y es que en Cuba concurren todos los tipos de sometimiento, el involuntario, producto del poder coercitivo, el económico, el pragmático, el picaresco o el fatalista, así como el sometimiento por invasión psicológica, la intermediación simbólica o la falsa obligación moral.
Me referiré solamente a un tipo de sometimiento que amenaza hoy en día a gran parte del pueblo venezolano: el hábito de obedecer o el sometimiento en zonas de indiferencia. Simón Bolívar, en el Discurso de Angostura, alertó sobre esta disimulada forma de servidumbre y señaló el peligro de que un gobernante esté demasiado tiempo en el poder porque la gente se acostumbra simplemente a obedecer. Desde la óptica más contemporánea de la teoría organizacional, Chester Barnard señaló la existencia de zonas de indiferencia dentro de las cuales las personas aceptan automáticamente y sin cuestionar el mando y la autoridad de otros. Los individuos ven tan normales y obligantes las relaciones de poder que, por lo general, se comportan de la manera socialmente esperada sin tomar en cuenta sus propios juicios sobre lo que es justo o correcto. El miedo a la libertad y el hábito de obedecer son fuerzas tan enraizadas en la naturaleza humana que la lucha por la autonomía no puede ser descuidada ni un solo día.