Extraña guerra la de Ucrania

Todas las guerras son diferentes, claro está. Pero hay algunas que se salen de la línea evolutiva. Son las que merecen más literatura. La actual de Ucrania es una de ellas. Quizá ejemplifique cómo van a ser las contiendas bélicas de aquí en adelante.

Todas las guerras son diferentes, claro está. Pero hay algunas que se salen de la línea evolutiva. Son las que merecen más literatura. La actual de Ucrania es una de ellas. Quizá ejemplifique cómo van a ser las contiendas bélicas de aquí en adelante. Por lo menos es un tipo actual porque se desarrolla delante de las cámaras de televisión y de los teléfonos móviles.

Un elemento tradicional es que se trata de una guerra civil. Algo tan obvio no se dice. Las guerras civiles son particularmente crueles porque se alargan con venganzas y resentimientos familiares que pueden extenderse más allá de una generación.

Estábamos acostumbrados a que los combatientes se distinguieran por sus uniformes. Eso se acabó. Los que ahora luchan se parecen más a los anónimos combatientes de las manifestaciones urbanas. La pieza de atuendo distintiva es el pasamontañas. No desean ser reconocidos en la televisión. Estamos más bien ante la figura de las milicias armadas o los terroristas que hemos visto en otros conflictos de Afganistán, Siria o las “primaveras árabes”.

La guerra de guerrillas urbanas se traduce en otra táctica con su correspondiente estética: la de las barricadas. Este es un elemento ya conocido, pero esos parapetos son ahora verdaderas obras megalíticas.

Por encima de todo, la novedad de estos combates es que significan el fracaso de la diplomacia de la Unión Europea más los Estados Unidos. Las represalias de esa alianza son de risa. Se dice pronto, se trata del bloque militar más potente de la Tierra, pero se la envaina ante los alardes de Rusia. Hasta cierto punto se revive el duelo de la “guerra fría”, solo que ahora con las características dichas de las escaramuzas urbanas.