El ejemplo americano
El Real Madrid de fútbol se deja ir tras su noche de borrachera goleadora en Múnich y termina de forma penosa la liga, una liga que se le había puesto proverbialmente a huevo, en pleno síndrome de la venta del oso antes de haberlo cazado.
El Real Madrid de fútbol se deja ir tras su noche de borrachera goleadora en Múnich y termina de forma penosa la liga, una liga que se le había puesto proverbialmente a huevo, en pleno síndrome de la venta del oso antes de haberlo cazado.
El Real Madrid de fútbol se deja ir tras su noche de borrachera goleadora en Múnich y termina de forma penosa la liga, una liga que se le había puesto proverbialmente a huevo, en pleno síndrome de la venta del oso antes de haberlo cazado. El Real Madrid de baloncesto, tan imperial hasta hace nada, también se pone a hacer cuentas de la lechera -y, todo sea dicho, a perder efectivos y eficacia por las lesiones- y se marca una serie de derrotas dolorosas en Europa y en la liga española, incluida una pareja poco reluciente contra el Valencia y el Barcelona: ya no es tan favorito al título europeo el próximo fin de semana, como tampoco lo son sus hermanos futboleros…
El Madrid actual, como sus más recientes predecesores en ambos deportes, padece bastante claramente esa curiosa afección sociodeportiva descrita de muchas maneras diferentes: falta de concentración; abulia; inconstancia; miedo a ganar… o señoritismo. Luego, si en Milán y en Lisboa caen los dos títulos europeos, todo serán parabienes y pelillos a la mar. Pero que este problema se le presenta un año sí y otro también es algo que sabemos desde la lejana conquista de la novena Copa de Europa y desde la aún más lejana de la última de baloncesto.
Si tantos presidentes -muy tolerantes- y tantos entrenadores de todos los estilos y caracteres se han estrellado ante esa inconstancia, no vamos a ser quienes propongan aquí el ungüento mágico que todo lo cura. Quizá, como sugerencia, como posible ejemplo visual, que echen un vistazo a esos ‘playoffs’ de la NBA competidos con ardor agónico (y uno o dos días de descanso), a esos Clippers que sobreviven al escándalo racista de su propietario y ahora sobreviven a una desventaja de 22 puntos contra los Oklahoma City Thunder. Ganan más que nuestros más ricos futbolistas, pero se fajan como alevines.