Los indignados del Corán

Es necesario estar en guardia, vigilar a quienes aprovecharon una tolerancia decretada en Occidente, para nutrir, expandir y dar fuerza a la intolerancia. Al culto a la violencia del que los detenidos son un perfecto exponente.!

Estos seis detenidos en Estrasburgo son parte de un ejército secreto que desde hace dos años suministra soldados a la causa yihadista en Siria. No son solo franceses. Son alemanes, suecos, holandeses, daneses o españoles. Son jóvenes del Primer Mundo que se van a matar y morir en un ejercicio de lealtad a la fe de sus mayores, pero con un fanatismo nutrido de resentimiento y odio mortal al extraño que sus mayores jamás albergaron.

Son los indignados del Corán. Que ahora han encontrado en la lucha contra el régimen de Bashir el Assad una atracción que tiene aterradas a las autoridades policiales europeas. Y no son sus gestas o matanzas en la Siria tan terriblemente maltratada lo que teme la policía y los servicios de información. Porque algunos de estos chicos morirán allí en combate como vienen muriendo europeos en aquella brutal contienda. Pero muchos otros vuelven. Y lo hacen como veteranos, adiestrados y endurecidos en la guerra y en su fanatismo. Nos odian tanto a sus vecinos en las ciudades occidentales en las que crecen y viven como a sus enemigos del régimen sirio. O más.

En colegios en Hamburgo tienen serias di?cultades para ejercer control sobre la rabia y la voluntad de poder de chicos musulmanes apenas adolescentes. Quieren imponer sus normas. Como las imponen en sus comunidades y en barrios enteros a lo largo y ancho de Europa. Los guetos fuera de la ley contra los que advertía Sartori son hoy una inmensa e hiperpoblada realidad social y política en Europa. Barrios en los que no rigen las leyes y la Constitución de países europeos. Donde la igualdad de la mujer está tan mal vista como el alcohol o la carne de cerdo. Donde la justicia la imparten ellos.

Cuenta Roger Scruton sobre la capital diferencia entre islamismo y cristianismo en su impacto sobre la sociedad, su desarrollo y su libertad. Que está en que el libro de judíos y cristianos se proclama escrito por hombres y el Corán dice haber sido dictado por Dios. Cristo pronunció aquella frase de “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, con su aceptación de leyes civiles dictadas por los hombres. El Islam solo acepta leyes de Dios. Quiere el ?el creyente que esas leyes de Dios rijan de forma total sobre la sociedad musulmana. De ahí que nuestras leyes occidentales vayan contra su Dios. Y se cumplen si no hay más remedio. Pero solo por eso.

Son muchos millones los musulmanes que viven en Europa. Son muy pocos los que se van a combatir en los grupos sala?stas y organizaciones cercanas a Al Qaeda. Pero es un hecho que las lealtades entre musulmanes siempre prevalecen sobre las lealtades hacia el in?el y su organización estatal, hacia la cultura an?triona que los acogió. Los fanáticos están aquí, con su ejército secreto que lucha contra Assad, con sus maquinarias de generación de resentimiento y odio, pero si pudieran nos combatirían hasta echarnos de nuestros hogares. Es necesario estar en guardia, vigilar a quienes aprovecharon una tolerancia decretada en Occidente, para nutrir, expandir y dar fuerza a la intolerancia. Al culto a la violencia del que los detenidos son un perfecto exponente.