Entre bollicaos y mente
Encender el televisor y ver chicos que compiten entre sí por ver quién es capaz de explotar antes su camiseta con sus descomunales pectorales me hace preguntarme ¿cómo podemos llegar a una sociedad así?
Encender el televisor y ver chicos que compiten entre sí por ver quién es capaz de explotar antes su camiseta con sus descomunales pectorales me hace preguntarme ¿cómo podemos llegar a una sociedad así?
Que no os engañen, por favor. Vivimos en una sociedad en la que si no tienes unos bíceps del tamaño de un bollicao y no vas al gimnasio dos horas por día, olvídate, no eres el prototipo de belleza masculino. Algo similar ocurre con las chicas, modificando los bíceps por un vientre plano. Y a mí me da pena, es más, me horroriza. Encender el televisor y ver chicos que compiten entre sí por ver quién es capaz de explotar antes su camiseta con sus descomunales pectorales me hace preguntarme ¿cómo podemos llegar a una sociedad así?
Poco a poco, la esperanza de encontrar alguien más interesado en el cultivo de la mente que del cuerpo se desvanece.
Pero a veces, encuentro un halo de luz. En medio de la catástrofe hay espacio para la información, la educación y la cultura. Saber lo que ocurre en el mundo (o lo que no ocurre, según quién nos lo cuente) se convierte en algo indispensable. Ojo, no digo que toda la gente que se preocupe por su cuerpo descuide su mente, pero me parece una barbarie humanística que la mayoría anteponga presumir de unos grandes abdominales antes que disfrutar de una lectura, leer el periódico o ver una película.