La NBA mundial, el mundo en la NBA
Dejen a este viejo e irremediable enamorado del baloncesto comentar una foto de un chico alto de las Islas Vírgenes que festejaba una victoria en la NBA junto a dos chicos franceses y, sí, el de la izquierda, que es estadounidense y se llama Danny Green.
Dejen a este viejo e irremediable enamorado del baloncesto comentar una foto de un chico alto de las Islas Vírgenes que festejaba una victoria en la NBA junto a dos chicos franceses y, sí, el de la izquierda, que es estadounidense y se llama Danny Green.
Perdonarán ustedes que este cronista se escaquee del evento cósmico del día, que ya está ampliamente cubierto en El Subjetivo por plumas (o por teclados, que uno ya no sabe cómo expresarse) más competentes. En vez de ello, dejen a este viejo e irremediable enamorado del baloncesto comentar una foto de un chico alto de las Islas Vírgenes que festejaba una victoria en la NBA junto a dos chicos franceses y, sí, el de la izquierda, que es estadounidense y se llama Danny Green. (Bueno, no sé si en el Medio Oeste profundo se fían mucho de su Long Island natal, ese apéndice oriental de la ciudad de Nueva York…).
En fin, que lo que sucede es que el jueves por la noche empieza la final de la NBA, la Liga más universal del mundo en cualquier deporte -y lo sentimos por las ligas inglesa y española de fútbol, pero se tienen que contentar con los otros puestos del podio-, una repetición de la final de 2013 entre San Antonio Spurs y Miami Heat. Y lo que hay que reseñar aquí es que, sin mucho dinero pero muy buena gestión y un falso sargento de hierro de entrenador -Gregg Popovich fue militar de carrera, graduado en Estudios Soviéticos de la Academia del Aire-, San Antonio ha ganado título tras título durante tres lustros convirtiendo esa universalidad del seguimiento en universalidad en el juego. En la plantilla que peleará por su quinto título desde 1999 estarán, no sólo Tim Duncan, ciudadano de Estados Unidos ya que nacido en su colonia de las Islas Vírgenes, sino ¡ocho! extranjeros, de Francia, Italia, Australia, Canadá, Argentina y Brasil. Popovich ha explotado su sentido del juego colectivo, generalmente más marcado en el baloncesto FIBA que en el de la NBA, y el cóctel ha sido entusiasmante.
Un error nada europeo (dejar tirar un triple en el último segundo cuando ganaban por tres puntos) les condenó, eso sí, a la derrota en 2013 contra Miami. Apuesto a que habrán aprendido.