Mi espacio exterior
Dirán que no dejo de mirar el cielo. Pero es que aquí, no hay más que coronas, herederos y banderas. Dirán que no dejo de mirar el cielo. Pero es que aquí, no hay más que coronas, herederos y banderas. Las coronas son cosa de cuento de la abuela. Príncipes de Beckelar, princesas que calzan zapatos de cristal. ¿Son felices y comen perdices? Nada más lejos de la realidad.
Dirán que no dejo de mirar el cielo. Pero es que aquí, no hay más que coronas, herederos y banderas.
Dirán que no dejo de mirar el cielo. Pero es que aquí, no hay más que coronas, herederos y banderas. Las coronas son cosa de cuento de la abuela. Príncipes de Beckelar, princesas que calzan zapatos de cristal. ¿Son felices y comen perdices? Nada más lejos de la realidad.
Dirán que no dejo de mirar el cielo. Pero es que aquí, no hay más que coronas, herederos y banderas.
Las coronas son cosa de cuento de la abuela. Príncipes de Beckelar, princesas que calzan zapatos de cristal. ¿Son felices y comen perdices? Nada más lejos de la realidad.
Las banderas son estandartes de un pasado que no queremos dejar atrás, que no nos alimenta, ni nos conforta. Solo nos enfrenta y nos confronta.
Entre la realidad y la ficción como Jhon Ford, elegimos por imposición mediática la ficción. Se impone el alma de culebrón.
Decimos; La princesa es antipática, ¿Qué tendrá la princesa, que la sonrisa se le incrusta en su boca de fresa? Para mí, que se le ha atragantado la sonrisa, porque no le va la gracia a la ficción (la que tuvo, retuvo) y que se la ha zampado su propio culebrón.
Siendo princesa real del siglo XXI, lo normal, viendo el panorama histórico que tiene ante sus ojos, es que se haya convertido en estatua de sal.
Lo que es un too much de la ficción semanal, es que ensalcen a punto de nieve al heredero para calmar el fulgor de las banderas tricolor. Si tan preparado está que se presente a la oposición.
En la foto, hay estrellas que mueren y otras que nacen… es el ciclo, da lo mismo que sea estelar o vital.
Si la vida fuera menos de ficción, lo importante sería la subida del paro, la estocada al bipartidismo, el amargo fin del resacón. Lo de los reyes y las reinas no tendría lugar, no tendríamos que hacer esfuerzos mediáticos con calzador. Y no callaríamos las voces de las estrellas nuevas con guerrillas periodísticas por imposición real.
¿Que miro mucho al cielo? Hasta me dan ganas de mudarme allí.