El Mundial de la corrupción
Para los malvados políticos y empresarios sin escrúpulos, el Mundial solo ha sido una magnífica ocasión para seguir robando de las obras públicas el dinero que con esfuerzo pagan todos los contribuyentes.
Para los malvados políticos y empresarios sin escrúpulos, el Mundial solo ha sido una magnífica ocasión para seguir robando de las obras públicas el dinero que con esfuerzo pagan todos los contribuyentes.
A falta de unos días no está todo listo para el Mundial de fútbol. La noticia confirma lo que me contó hace poco un amigo que acababa de pasar un mes en Brasil. Y venía horrorizado. Tanto, que negaba que los medios fueran sensacionalistas: la realidad que él ha vivido allí es peor. El desastre.
Decía mi amigo que los brasileños están indignados con la corrupción de su oligarquía, que ha aprovechando el Mundial para construir obras faraónicas innecesarias previo pago de inmensas comisiones. Tan exagerado resulta el robo que se han construido estadios donde no hay equipo de fútbol local y tan sólo servirán para jugar dos o tres partidos durante este campeonato. Más aún: me hablaba de obras que han costado diez veces más de lo presupuestado. Y también, con estupor, comentaba las preocupantes condiciones sanitarias del país y la violencia que ha podido contemplar en muchos lugares.
El Mundial, como cualquier evento deportivo, religioso o cultural que llama la atención hasta lograr unos tres mil millones de espectadores, es la mejor ocasión para mostrar a la humanidad las maravillas naturales y culturales de tu país. Pero para los malvados políticos y empresarios sin escrúpulos, el Mundial solo ha sido una magnífica ocasión para seguir robando de las obras públicas el dinero que con esfuerzo pagan todos los contribuyentes.Aquí suele ocurrir lo mismo.
Luego algunos se quejan del avance de la violencia y del populismo, pero ocurre que los mejores argumentos de los nuevos totalitarismos llegan como siempre de quienes pervierten la democracia. Y claro, muchos acaban por concluir que, si esto es la democracia, pues no gracias. Las consecuencias, serán, otra vez, terribles. Es lo que pasa con el Mundial de la corrupción o, mejor dicho, cuando la corrupción es un mundial.