Nadal, el 9 del 10
Lo de Rafa Nadal es de otro mundo. Rompe la barrera del sonido y el sonido del silencio. Es el número 1 y el 10 de todos los jueces. Impresionante. Único. Genial. Derrotó a Djokovic en la final de Roland Garros, se llevó el noveno y es el jugador que más veces ha ganado el torneo parisino de manera consecutiva.
Lo de Rafa Nadal es de otro mundo. Rompe la barrera del sonido y el sonido del silencio. Es el número 1 y el 10 de todos los jueces. Impresionante. Único. Genial. Derrotó a Djokovic en la final de Roland Garros, se llevó el noveno y es el jugador que más veces ha ganado el torneo parisino de manera consecutiva.
A mí me pagan por escribir pero hay seres que nacen muy de vez en cuando y que te secan la tinta agotándote los recursos. No hay más adjetivos, más loas ni más reconocimientos que puedan describir al que considero uno de los mejores deportistas de todos los tiempos.
Lo de Rafa Nadal es de otro mundo. Rompe la barrera del sonido y el sonido del silencio. Es el número 1 y el 10 de todos los jueces. Impresionante. Único. Genial. Derrotó a Djokovic en la final de Roland Garros, se llevó el noveno y es el jugador que más veces ha ganado el torneo parisino de manera consecutiva -cinco- superando a Borg, que ganó cuatro. Iguala a Sampras como segundo tenista con más títulos de Grand Slam y tan sólo Federer está por delante suyo.
Grande Rafa. Venció y se tiró al suelo. Lloró. Lloraron ambos tenistas. Había mucho en juego y algún pasado que pesaba. Nadal. El hombre-ejemplo. El deportista con mayúsculas. El más grande. Su palmarés no deja de aumentar. Sus récords, tampoco. Sus brazos llegan lejos pero también su corazón. Es solidario, sencillo, discreto y sincero. Cae bien dentro y fuera de la pista. Ni una salida de tono, ni una mala respuesta. Es generoso con el rival y exigente consigo mismo. Transmite unos valores que, igual que sus triunfos, pocos pueden igualar.
Su fuerza mental es la característica que más destacan los expertos para explicarse el fenómeno. Es invencible desde los pies hasta el cerebro. Más allá de ese gen ganador, Rafa Nadal es un humano casi inhumano. Una leyenda viva que se pasea por Palma de Mallorca en pantalón corto y chancletas con su novia de toda la vida y comiéndose un helado de C’an Miquel.