Adiós, mi Cuba
Me remueve la noticia de que ocho bailarines del Ballet Nacional de Cuba abandonaran la Gira de Puerto Rico para acogerse al asilo político tras pisar suelo norteamericano. No me sorprende por lo que es en si, sino por lo poco que avanzamos en unas cosas y, en otras tan rápido.
Me remueve la noticia de que ocho bailarines del Ballet Nacional de Cuba abandonaran la Gira de Puerto Rico para acogerse al asilo político tras pisar suelo norteamericano. No me sorprende por lo que es en si, sino por lo poco que avanzamos en unas cosas y, en otras tan rápido.
Me remueve la noticia de que ocho bailarines del Ballet Nacional de Cuba abandonaran la Gira de Puerto Rico para acogerse al asilo político tras pisar suelo norteamericano. No me sorprende por lo que es en si, sino por lo poco que avanzamos en unas cosas y, en otras tan rápido. Una vez conocí la historia de primera mano de una cubana que consiguió llegar a España y huir de su país al lograr entrar en el equipo nacional de Dominó. -¿Dominó?- Creí que me estaba tomando el pelo, hasta que sellé mi boca de ignorante al sufrimiento de una gente que recurre a lo que sea para salir huyendo de esa cárcel, llamada patria. Esa mujer, que estuvo pensándose seriamente tirarse por el malecón con una rueda de camión de balsa, encontró en el dominó la posibilidad de huida. Me confesó que se aplicó para agarrarse a esa oportunidad de formar parte del equipo nacional al saber que ese año se celebraba en Sitges, en España y, preparó su plan de escape, memorizando teléfonos y evitando despedidas que pudieran delatar sus intenciones. Al llegar a España les requisaron el pasaporte y, en la pensión, le cerraron las puertas de la salida de planta con candados. Todo le salió como no había previsto, el mundo se le vino abajo, pero, a la mañana, al ir al baño desayunando en una cafetería, aprovechó la única oportunidad, al comprobar que el bar gozaba de dos salidas y, sin atisbo de duda, salió corriendo. Hoy es una mujer española, que después de años de lucha ha podido volver a ver a su madre. Tiene 35 años y no se arrepiente de haber echado a correr ese día, sin dinero, ni pasaporte. Sólo con teléfonos en la memoria. Estos bailarines apenas tienen 25 años, mucho talento, pero sobretodo valentía. Sólo ellos saben lo que cuesta…¡Ole!