Y ahora, ¿qué?
Lo que puede hacer el seleccionador es cambiar cuatro piezas e incorporar músculo en este equipo cansado. Su guardia pretoriana está agotada. Pero le cuesta aceptarlo, quitar galones y dejar en el pasto a las vacas sagradas.
Lo que puede hacer el seleccionador es cambiar cuatro piezas e incorporar músculo en este equipo cansado. Su guardia pretoriana está agotada. Pero le cuesta aceptarlo, quitar galones y dejar en el pasto a las vacas sagradas.
Tres hombres sentados en un banquillo. Acusados de no saber y de no poder. El día después de la catástrofe inesperada, de humillación y del descalabro. Tres veteranos con mucho fútbol en el cuerpo y barro en las botas. Tres ganadores que perdieron. Xavi, Casillas y Del Bosque hablaron el día después del 5-1 ante Holanda con la libreta de Van Gaal grabada en la cara a fuego lento. Fueron quince minutos juntos y arenga posterior en el vestuario. Los jugadores, con mensaje autocrítico. El técnico, dándole vueltas a la teórica revolución.
¿Y ahora, qué? Porque los que son, son los que hay, y más que una revuelta, lo que puede hacer el seleccionador es cambiar cuatro piezas e incorporar músculo en este equipo cansado. Su guardia pretoriana está agotada. Pero le cuesta aceptarlo, quitar galones y dejar en el pasto a las vacas sagradas. ¿Miedo, respeto, agradecimiento o las tres cosas a la vez? Confía en sus campeones del mundo y no mueve ficha más allá de dejar en España a Llorente y a Arbeloa. Son los mismos y no fue un accidente. Fue un desastre total, una tragedia de dimensión insólita. Del Bosque se plantea lo que ya había ensayado en diversos entrenamientos: emparejar a Ramos con Javi Martínez y dejar a Piqué en el banquillo. El nombre de Koke entra en todas las quinielas como nueva varita mágica en el centro del campo. Delante, el eterno debate en el que se debate el técnico: un «9» de toda la vida o uno falso. Un Diego Costa -la novedad de este año- o un Cesc. Tres hombres sentados en un banquillo y el miércoles no ha de doler dejar a más de uno y de dos calentándolo. A la selección española sólo le vale ganar. El reloj corre más rápido para ellos que el propio campeonato. Y ellos deben correr más aún.