Niños
Comenzar una vida huyendo, no es buen comienzo, aunque lo peor pueda estar en quedarse. No es necesario tener hijos para que se nos despierte una sensibilidad especial cada vez que somos testigos de la mala vida de tantos de ellos.
Comenzar una vida huyendo, no es buen comienzo, aunque lo peor pueda estar en quedarse. No es necesario tener hijos para que se nos despierte una sensibilidad especial cada vez que somos testigos de la mala vida de tantos de ellos.
Comenzar una vida huyendo, no es buen comienzo, aunque lo peor pueda estar en quedarse.
No es necesario tener hijos para que se nos despierte una sensibilidad especial cada vez que somos testigos de la mala vida de tantos de ellos. Pero sí que es cierto que ser padre te hace descubrir un nuevo punto de vista desde el que observas un tipo de desgracias de manera diferente. Ves niños sufriendo y no puedes evitar imaginar a sus padres, angustiados, impotentes y desesperados cuando no pueden hacer nada para evitarlo. Pesadillas que atormentan despierto.
Un niño que sufre es un niño con una mochila en la que va introduciendo piedras pesadas, de las que no se podrá desprender probablemente nunca, materiales incandescentes cuyo calor no podrá dejar de sentir. Apuesta a que su vida no va a ser fácil.
Podemos elegir ser padres o no, pero todos hemos sido niños durante un tiempo, sin tener conciencia de que lo fuéramos.
Nuestras preocupaciones, claro, eran muy importantes, pero de niño. No tuvimos que huir de nada, nos protegían y fuimos privilegiados sin tampoco tener conciencia de ello. Nuestro entorno de primer mundo nos ha protegido de sufrimientos extremos y sobreprotegido de chorradas, también.
Podrás ser un buen tipo de mayor o un egoísta o un cabrón, pero cuando eres niño, eres un ser tierno, bueno e inocente en potencia.
La suerte, la lotería, que nos geolocaliza en un lugar en vez de en otro al nacer, siempre será decisiva. Si hay algo que diferenciará de por vida a nuestros hijos de los menos afortunados, será la cantidad de oportunidades que unos tendrán frente a los otros. Los “lugares” democráticos, los enclaves más estables, lejos de ser perfectos, garantizan a los niños, hombres del futuro, más oportunidades de desarrollarse y de tener un proyecto de vida más aproximadamente feliz. No tener que huir, ya es mucho.