Cannes vs. Cannes
A Cannes se iba a ver el trabajo de los mejores, y a comparar el tuyo con el suyo. Era algo como un examen de fin de curso, la selectividad. No existía internet, y lo que veías allí lo veías por primera vez.
A Cannes se iba a ver el trabajo de los mejores, y a comparar el tuyo con el suyo. Era algo como un examen de fin de curso, la selectividad. No existía internet, y lo que veías allí lo veías por primera vez.
Hace bastante que no voy a Cannes. Los últimos años ya había tomado la decisión de estar allí el domingo, en cuanto abrían las puertas del festival, y regresar el jueves por la mañana, justo cuando llegaban la gran mayoría de los delegados. Era la única manera de poder disfrutar de la mejor publicidad del mundo con cierta calma. Después todo se desbordó, y Cannes se hizo inabarcable.
No sé ni cuándo ni por qué dejó de interesarme ir. Me entristece, porque le debo a ese festival buena parte de lo que soy como profesional. Allí conocí a algunos de mis mejores amigos, me llevé unas cuantas inmensas alegrías, y aprendí muchas lecciones inolvidables. Lo más probable es que lo que yo entiendo por Cannes ya no exista. Y que lo que ahora es, sea algo que me aturde y me confunde.
A Cannes se iba a ver el trabajo de los mejores, y a comparar el tuyo con el suyo. Era algo como un examen de fin de curso, la selectividad. No existía internet, y lo que veías allí lo veías por primera vez. Recuerdo las proyecciones de la categoría 13, con la sala atestada de colegas ansiosos por conocer el trabajo de Wieden Kennedy para Nike, la agencia y la marca que cambiaban las cosas en aquellos años, los noventa. Si usabas bien el tiempo podías ver todos los anuncios inscritos, unos tres mil. Y por las noches comentarlos, compartir tu envidia, hacer cábalas, soñar con lo imposible.
Quizá son recuerdos de un señor mayor, y quizá para los jóvenes Cannes siga siendo exactamente eso. Puede ser. Es posible que, como con casi todo en la vida, haya un tiempo para Cannes. Es posible que siempre haya sido un lugar para los que empiezan. Es posible, sí, pero no lo creo.