El holocausto femenino

Hay noticias inquietantes, estremecedoras, vomitivas. Una chica paquistaní de 20 años fue violada por tres hombres, asesinada y colgada de un árbol. Supongo que esa exhibición final fue para que sirviera de aviso a las demás mujeres de la localidad.

Hay noticias inquietantes, estremecedoras, vomitivas. Una chica paquistaní de 20 años fue violada por tres hombres, asesinada y colgada de un árbol. Supongo que esa exhibición final fue para que sirviera de aviso a las demás mujeres de la localidad. El novio formó parte de la pandilla criminal y explicó que la chica se negó a tener relaciones con sus dos amiguitos. No es fácil imaginar una interpretación más cínica del macabro asunto. Es de suponer que a esto lo llamarán “violencia de género”.

No es un caso aislado, uno más de los infinitos que quedarán impunes. Es una manifestación de costumbres y tradiciones que caracterizan a algunas culturas y que se dice que hay que respetar en nombre de la tolerancia. Pero no veo que sea respetable una tradición que consiste en despreciar oficialmente a la mujer. En este caso ha sido en Paquistán, un país un tanto artificial y paupérrimo, aunque con armas nucleares. El asunto se extiende al resto de los países musulmanes, donde la mujer sigue en la Edad Media, naturalmente en el peor sentido de esa etiqueta.

No hay más que recordar la costumbre de rebanar el clítoris a las niñas, que se practica en algunos países musulmanes africanos. En la legislación española, pudibunda ella, esa práctica se conoce como “mutilación genital”. La verdad es que el clítoris (palabra que no se menciona) nada tiene que ver con la función genésica. Simplemente, la extirpación del clítoris es una forma radical de humillar a la mujer.

Puede que esté yo mal informado, pero no veo que los grupos feministas de mi país protesten mucho contra estos desmanes. Tendría que haber una protesta de los organismos internacionales, pero me parece que esos señores se llamarán andana.