El ejército de la isla Cataluña
El océano devora una isla y lo llaman Pacífico. Así de incongruentes somos quienes a un planeta cubierto en sus tres cuartas partes por agua lo denominamos Tierra. Kiribati se llama el lugar condenado a la desaparición, calculada para el año 2100.
El océano devora una isla y lo llaman Pacífico. Así de incongruentes somos quienes a un planeta cubierto en sus tres cuartas partes por agua lo denominamos Tierra. Kiribati se llama el lugar condenado a la desaparición, calculada para el año 2100.
El océano devora una isla y lo llaman Pacífico. Así de incongruentes somos quienes a un planeta cubierto en sus tres cuartas partes por agua lo denominamos Tierra. Kiribati se llama el lugar condenado a la desaparición, calculada para el año 2100. Más de cien mil paisanos preparan el éxodo a otra residencia más segura distante unos 2.000 kilómetros. La naturaleza tiene tales antojos. Se extinguen las especies, se modifica la fisonomía geológica y el tiempo lo acaba por cambiar todo.
Una isla es un pedazo de terreno rodeado por todas partes de agua. Nada que ver con un nacionalista, un individuo rodeado por todas partes de sí mismo. El nacionalista se aferra al terruño aunque se lo trague el mar. Así se entiende la última chufla de la barahúnda separatista catalana, dispuesta a fundar un ejército propio para vigilar sus aguas, controlar su aire y acotar su terreno. Los separatistas están dispuestos a ponerle fronteras a todo menos a su estulticia.
El plan es nutrir la tropa con jóvenes catalanes llamados, servicio militar mediante, a cumplir con su patria. Todo un avance social. La soldadesca se completaría con los miembros de la policía autonómica, cuyo sindicato ha anunciado que si hacen falta patrulleras tendrán que conformarse con barcas hinchables a remo, pues en sus comisarías el presupuesto no da ni para papel higiénico.
Los soberanistas quieren constituirse en isla, aislados de España, separados de Europa, alejados de la realidad, tan distintos como distantes. Y cuando al fin sean sólo un trozo de tierra en medio de la nada, nada les entusiasmará más que ser tragados por las aguas turbulentas de su deriva. El problema es que entonces será demasiado tarde y no habrá ejército autóctono capaz de rescatarles de su naufragio.