THE OBJECTIVE
Fernando L. Quintela

Lo suyo, su vida

La huida de Joy Bishara de las cadenas de sus captores es una historia de inteligencia y valentía. No hace falta sólo coraje para poder escapar cuando un asesino te tiene secuestrado. El miedo debe atenazarte hasta invalidar tu cuerpo.

Opinión
Comentarios
Lo suyo, su vida

La huida de Joy Bishara de las cadenas de sus captores es una historia de inteligencia y valentía. No hace falta sólo coraje para poder escapar cuando un asesino te tiene secuestrado. El miedo debe atenazarte hasta invalidar tu cuerpo.

La huida de Joy Bishara de las cadenas de sus captores es una historia de inteligencia y valentía. No hace falta sólo coraje para poder escapar cuando un asesino te tiene secuestrado. El miedo debe atenazarte hasta invalidar tu cuerpo, además del embargo emocional que debes sufrir.

Nunca me he visto privado de la libertad física, quizá sí de la psíquica, como la mayoría de los que vivimos en países que disfrutan de esa cuestionable modernidad. Pero conozco a quien sí lo ha sufrido.

Recuerdo a Shiaka, un guerrillero rebelde africano del RUF de Sierra Leona, al que capturaron una mala noche del siglo pasado y lo tuvieron escondido en la selva junto a un grupo de contemporáneos suyos.

Una tarde les ordenaron ponerse en marcha. Iban a ejecutarlos. En su grupo iban tres como él y cinco vigilantes armados con sus ametralladoras. Shiaka tenía mucha experiencia como militar, comandó más de 400 hombres en la guerra, y también tenía el olfato del rebelde. Y la sabiduría del que se tiene que buscar la vida 24 horas al día.

Caminaban por un sendero. Tres de sus verdugos delante, dos de ellos detrás. El trayecto era largo. Shiaka observaba con disimulo cómo iban cambiando el arma de posición como consecuencia del cansancio. Hombro derecho, hombro izquierdo. No iba esposado. Error.

En el momento en que creyó que el arma de uno de ellos estaba a su alcance para arrebatársela, no lo dudó. Con la rapidez de una gacela desarmó al secuestrador elegido y sin mediar pensamiento alguno mató a los cinco. Quedaron libres. Sin remordimiento. Es la ley de la selva: o tu o yo. Shiaka defendió lo suyo: su vida.

Me lo contó en una habitación de un hotel de Guinea Conakry después de sufrir un intento de atentado junto a él. “El AK-47 del militar fumado estaba descargada. Lo reconozco por el sonido cuando se monta. Si no, lo hubiera matado yo”. Y se desahogó, y me contó su secuestro y cómo mató a esos cinco tipos. Y se quedó tranquilo.

Ahora Joy Bishara, inteligente y valiente, podrá contar su final feliz después de tantos días de desgracia con la incertidumbre de qué pasará. Seguramente el cómo se fugó pertenecerá a las pequeñeces de su historia. Esas que contará para sentirse reconfortada ante sí misma y ante los demás. Porque ella, como Shiaka, defendió lo suyo: su vida.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D