Mi primo el primate
Trending topic, hashtag, tuit y palabros de similar ralea componen el universo lingüístico de este siglo de las pocas luces. La wikipedia se ha convertido en la biblia del ignorante y quienes no residen en las redes sociales son exiliados en una realidad paralela.
Trending topic, hashtag, tuit y palabros de similar ralea componen el universo lingüístico de este siglo de las pocas luces. La wikipedia se ha convertido en la biblia del ignorante y quienes no residen en las redes sociales son exiliados en una realidad paralela.
Obsérvenlos en la foto. Tan monos. Son primates. Primos nuestros. El hombre y el chimpancé comparten el 99 por ciento de sus genes. Mala noticia. Sobre todo, para el chimpancé. Lo que hoy nos llama la atención de estos simios es que sean capaces de comunicarse entre sí. ¡Y lo hacen sin whatsapp! Increíble. Nos sacan ventaja. Nosotros ya sólo sabemos relacionarnos tecnología mediante. La escena más cotidiana de nuestras apasionantes vidas es la protagonizada por cuatro presuntos amigos sentados a una mesa en un silencio sólo roto por los teclados telefónicos. Y a esto lo llamamos la era de la comunicación.
Trending topic, hashtag, tuit y palabros de similar ralea componen el universo lingüístico de este siglo de las pocas luces. La wikipedia se ha convertido en la biblia del ignorante y quienes no residen en las redes sociales son exiliados en una realidad paralela.
Hay tres tipos de vecinos en esta corrala digital. Por un lado, el pelmazo que relata cada paso de su insulsa rutina. Por otro, los que encuentran en la tertulia virtual la horma de su cerebro para filosofar barato. Y por último, un selecto grupo que emplea el cachivache para informar con rigor, opinar con fundamento y expresarse en libertad. Son los menos. Hay mucha basura digital, demasiada morralla 2.0.
Lo de comunicarse cara a cara, empatizar con el prójimo, escucharlo, entenderlo y medir de cerca sus emociones es cosa de primates. Primarios. El hombre moderno no puede permitirse tal regresión.
Llámenme carca, pero a la cara. No me lo llamen por skype ni por viber ni por face time porque me hago un lío y acabo apretando todos los botones, bloqueando el mefistofélico cacharro emisor de pitidos del que nos hemos hecho esclavos, como monos enjaulados, atrapados en las redes. En las redes sociales, por supuesto.