Suela de alpargata
Porque la goma y el esparto alternan el aire con los adoquines, encerradas entre dos paredes, perseguidas por los astados. Porque marchan rápido, al ritmo que fluye el manantial de adrenalina que desemboca en la plaza de toros.
Porque la goma y el esparto alternan el aire con los adoquines, encerradas entre dos paredes, perseguidas por los astados. Porque marchan rápido, al ritmo que fluye el manantial de adrenalina que desemboca en la plaza de toros.
Suela de alpargata en San Fermín. Porque la goma y el esparto alternan el aire con los adoquines, encerradas entre dos paredes, perseguidas por los astados. Porque marchan rápido, al compás vertiginoso de las respiraciones entrecortadas, al ritmo que fluye el manantial de adrenalina que desemboca en la plaza de toros. A veces son arañadas, a veces pisoteadas, pero siempre de blanco y rojo.
Suela de alpargata en San Fermín. Porque la goma y el esparto acuden a su cita con La Pamplonesa (orquesta de viento que recorre las calles del Casco Viejo a las 6:45 para despertar a los que duermen). Porque sonríen entre las tubas y las trompetas. Porque se juntan las de los que acaban de abrir los ojos con las de aquellos que, todavía, no los han cerrado. Porque bailan sabiendo que es su momento, que las notas se las llevará el viento y que, después de siete días, dormirán en el cajón hasta el año que viene. A veces ennegrecidas, a veces deshilachadas, pero siempre de blanco y rojo.
Suela de alpargata en San Fermín. Porque la goma y el esparto brincan en el salón del Nuevo Casino de la Plaza del Castillo, dando nombre al baile, coloreando el día, marcando el ritmo de lo que vendrá después, guardando el equilibrio, para que las sonrisas de aquellos que las calzan nunca se caigan. A veces salpicadas, a veces empujadas, pero siempre de blanco y rojo.
Suela de alpargata en San Fermín. Porque la goma y el esparto esperan dentro de la Plaza. Unas tienen la mirada puesta en la faena del torero, otras observan el alboroto de las peñas. Unas se manchan sin importarles, otras, muy pulcras, no pierden de vista ni uno solo de los capotazos. Porque aman la diversidad. A veces sucias, a veces ensangrentadas, pero siempre de blanco y rojo.
Suela de alpargata en San Fermín. Porque la goma y el esparto descansan sobre la hierba después de un día ajetreado. Porque duermen boca arriba, con la mirada puesta en los fuegos artificiales que alumbran el cielo. Porque escuchan en silencio el sonido mágico de cada explosión. A veces sigilosas, a veces ruidosas, pero siempre de blanco y rojo.
Suela de alpargata por ti. Suela de alpargata para ti: San Fermín.