La pedrada de Juncker
El españolito medio, hoy convertido en medio españolito, no tiene pajolera idea del barullo de instituciones europeas con que carga en los costillares sin saber muy bien para qué sirven.
El españolito medio, hoy convertido en medio españolito, no tiene pajolera idea del barullo de instituciones europeas con que carga en los costillares sin saber muy bien para qué sirven.
El españolito medio, hoy convertido en medio españolito, no tiene pajolera idea del barullo de instituciones europeas con que carga en los costillares sin saber muy bien para qué sirven.
Mantenemos una Comisión Europea, un Consejo Europeo, un Eurogrupo y hasta un Parlamento Europeo en el que puede que Podemos no se sienta a gusto, pero se sienta. Con tal panoplia euro burocrática es difícil discernir desde qué Administración lo fastidian a uno más.
En uno de esos lugares de ignota labor acaban de reelegir como presidente a Jean Claude Juncker. Este Juncker es aquel que agarró del cuello a Luis De Guindos marcándole en un gesto lo que tocaba hacer en España para reconducir lo que Zapatero nos dejó. Vamos, como dicen los adolescentes actuales, «debe de mandar mazo».
El reelegido preboste ha obtenido 46 votos por encima de la mayoría absoluta, pero su felicidad es incompleta. El nuevo líder del PSOE ha ordenado no apoyarlo, incumpliendo el compromiso de sus antecesores. El nuevo secretario general in pectore ha enviado a Europa un recadito: «vais a saber quién soy yo». Y de paso, un mensaje a los españoles: a ver si así sabéis quién soy yo.
Pedro Sánchez tiene que darse a conocer. Lo primero que hizo fue reunirse con todos los presidentes autonómicos socialistas. Con los dos. Y lo segundo, pegarle un sopapo a Europa en la cara de los europarlamentarios de su partido
Pobre Juncker. Lo imagino desolado tras saber que un tal Pedro Sánchez, recién estrenado baranda de Ferraz, no le respalda. Quien sepa el número de móvil de Juncker tiene la obligación moral de llamarle y animarle en horas tan bajas. Ser elegido por todos los populares y todos los socialistas europeos, salvo los españoles, es un golpe del que no es sencillo recuperarse. Viniendo de Pedro, una pedrada, diríase.