THE OBJECTIVE
Sara Montero Minguez

Novias de futbolistas en cadena

La novia de Mario Götze no tiene nombre. Tiene un precioso escote, unas piernas larguísimas, delgadas y luminosas y una melena rubia que recuerda a la bellísima Heidi Klum. Pero no tiene nombre.

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Novias de futbolistas en cadena

La novia de Mario Götze no tiene nombre. Tiene un precioso escote, unas piernas larguísimas, delgadas y luminosas y una melena rubia que recuerda a la bellísima Heidi Klum. Pero no tiene nombre.

La novia de Mario Götze no tiene nombre. Tiene un precioso escote, unas piernas larguísimas, delgadas y luminosas y una melena rubia que recuerda a la bellísima Heidi Klum. Pero no tiene nombre. O al menos, no tiene otra forma de llamarla que no implique la preposición “de” y el apellido del futbolista justo al lado. Saltó a la fama hace dos días en la final del Mundial cuando su novio marcó el último gol que llevó a Alemania a la hegemonía (también) del fútbol global.

Ese maldito refrán de que «detrás de todo gran hombre hay una gran mujer» en algún momento se volvió contra nosotras y nos convirtió en un producto industrial. Es una nueva y cruel obsesión por buscar siempre quien mima a “nuestros niños” de la selección.

“No quiero ser una novia típica de un futbolista”, declaró la interesada a los medios tras ser consciente de su inesperada fama. Tarde. Lo que el gran público sabe de ella es que es joven, modelo y muy cariñosa con su pareja. La misma descripción que cuadra al milímetro con Carina Wanzung, Jacqueline Köster o Sarah Brandner, como si el marketing diseñara en cadena a las “novias de” que nunca quieren ser solo “novias de”. Una suerte de Jacqueline Kennedy pero con menos ropa, que casi siempre equivale a menos estilo en este mundillo.

Seguro que Ann-Kathrin (que sí tiene nombre) tendrá interesantes experiencias que contar, opiniones políticas o gustos exóticos. Pero nunca lo sabremos porque nadie le preguntará. No interesa. Perdería su encanto.

Casos como estos hacen que la belleza pierda su capacidad de fascinación y parezca una cualidad vacía y efímera. La “diosa” de este año nunca es la misma que la del año anterior. También hay novias de futbolistas que poco tienen que ver con el estereotipo, pero no ocupan las portadas y no pasan por el corsé apretado de los medios. Pocos conocen su nombre, pero al menos lo tienen.

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