Dos mundiales y el espejismo roto
Su Mundial debería resultar más gratificante que el de los futbolistas. Pero también será un último hurra de muchos, y el porvenir también está aquí plagado de dudas. Los espejismos se van desvaneciendo.
Su Mundial debería resultar más gratificante que el de los futbolistas. Pero también será un último hurra de muchos, y el porvenir también está aquí plagado de dudas. Los espejismos se van desvaneciendo.
Un banco patrocina la selección de baloncesto. Una eléctrica patrocina la Liga de baloncesto. Teka –la máquina del tiempo- vuelve a patrocinar al Real Madrid. Ésos son los afortunados. Luego están los que luchan un tiempo sin patrocinador. Y los que tiran la toalla.
El deporte profesional español se deshilacha, y no digamos tras el deporte-rey, el fútbol, y su escudero, el baloncesto: la Liga de balonmano, aun reconvertida ‘de facto’ en liga semiprofesional, está en los últimos estertores, con el Barcelona como único reducto de lo que fue el gran balonmano profesional español, campeón del mundo.
Ahora que la sociedad española, sacudida hasta las entretelas, se ha dado cuenta de hasta qué punto nuestra bonanza económica era el producto de un dinero prestado que ha desaparecido, ve también cómo el tinglado subvencionado que creció hace un cuarto de siglo con el pretexto de los Juegos de Barcelona ha desaparecido en gran parte. Mientras los deportistas de alto nivel puedan emigrar para ejercer su profesión, las selecciones nacionales pueden mantener el tipo. Pero… ¿hasta cuándo?
El mes pasado se daba una ominosa galleta la de fútbol, en la que faltaba alguno de los mejores jugadores expatriados –son cada vez más numerosos: salvo el Madrid y el Barça, nadie en España tiene dinero para pagar a un Mata o un De Gea- y sobraban algunos prejubilados a los que Del Bosque llevó en plan homenaje, olvidando que cuando el deportista de alto nivel pega un bajón por la edad, suele ser definitivo. Ahora, el joven seleccionador de baloncesto, Orenga, no ha cometido ese error: todos de la NBA, del Barça o del Madrid. Y los veteranos son aún, claramente, competitivos. Su Mundial debería resultar más gratificante que el de los futbolistas. Pero también será un último hurra de muchos, y el porvenir también está aquí plagado de dudas. Los espejismos se van desvaneciendo.