El plan

Un niño secuestrado tiene dos prioridades: la primera sobrevivir y a la vez idear un plan para escaparse. A esto, por supuesto, se le suma el dolor por las torturas recibidas y el miedo y el terror al futuro incierto que les aguarda.

Un niño secuestrado tiene dos prioridades: la primera sobrevivir y a la vez idear un plan para escaparse. A esto, por supuesto, se le suma el dolor por las torturas recibidas y el miedo y el terror al futuro incierto que les aguarda. El no saber si sus fuerzas le acompañarán durante el cautiverio, sentirse solo…

El ISIL secuestró a finales de mayo a unos 150 estudiantes que viajaban en autobús de la ciudad siria de Aleppo a Kobani, una ciudad al norte del país. Los chicos, de unos 14 años, habían estado en la gran ciudad haciendo los exámenes finales. Claro que los nervios que sentirían por la mañana antes de examinarse, no pueden compararse con el terror y la incertidumbre que sentirían esa noche.

The Daily Beast publicó ayer el testimonio de uno de los estudiantes secuestrados. El chico cuenta que el grupo insurgente, de naturaleza islamista suní, al principio les trató gentilmente, prometiéndoles que en unos días serían liberados. Aun así, el miedo no les abandonó. Las torturas recibidas durante los dos meses de cautiverio, las clases diarias de Yihad o los castigos que les infringían si bebían un sorbo de agua durante el Ramadán, han dejado un poso de oscuridad en ellos.

Cinco fueron los chicos que idearon el plan de escape. La puerta de su celda, cerrada con llave, era el único obstáculo entre ellos y el patio. Sabían que el guardia de noche tenía el sueño fácil. Así que armándose de valor, y sirviéndose de la fuerza que da el deseo de libertad, forzaron la cerradura, salieron de la habitación y saltaron el muro del patio. Se alejaron dejando atrás las tinieblas de la noche.