Cuba, ¿buenas noticias para un ateo?
Es importante luchar porque otros puedan hacer libremente lo que tú has decidido (también libremente) no hacer. Una vez cerrada esta primera cuestión se abre otro debate interesante, ¿quién debe financiar esta libertad?
Es importante luchar porque otros puedan hacer libremente lo que tú has decidido (también libremente) no hacer. Una vez cerrada esta primera cuestión se abre otro debate interesante, ¿quién debe financiar esta libertad?
No hay libertad religiosa si uno no puede expresar públicamente que es cristiano, musulmán o judío. Reducir el culto a una cuestión privada es querer esconderlo, apartarlo de la vida pública. Una nueva Iglesia en Cuba es una señal de apertura tan potente como liberar acceso de Internet.
Lo bueno que tiene la Red es que las opiniones (sin filtro, más acertadas o menos) vuelan. Muchas veces leo comentarios, tuits o entradas en blogs que piden enérgicamente que la religión se convierta en algo privado. Es curioso, los mismos que se quejan de las molestias que causan las procesiones de Semana Santa critican a los vecinos que hacen lo mismo con la manifestación del orgullo gay. Al fin y al cabo, tanto la sexualidad como el culto forman parte de lo más esencial de una persona y es una molestia para cualquier individuo tener que esconderlo. En los casos más extremos, esa contradicción interna se vuelve casi patológica.
Soy consciente de que es una comparación que molestará a ambos colectivos interesados, pero la moraleja es que la verdadera libertad consiste en que ambas concentraciones puedan ocupar las calles como manifestaciones de aspectos fundamentales para la identidad de una persona. Aunque a algunos les salga urticaria que ambos conceptos puedan ser estar mezclados en un mismo texto.
Para los cristianos (como para cualquier persona) es importante tener un grupo al que pertenecer, en el que compartir sus inquietudes y en el que celebrar juntos sus logros más importantes. Y esos elementos en común (que escenifican la pertenencia al colectivo) hay que simbolizarlos de alguna manera. Y querer esconder esta simbología, ese crucifijo o ese pañuelo es coartarlo. No tiene nada que ver con la libertad, ni siquiera con el laicismo. Tiene mucho más que ver con el pensamiento único.
Por eso, celebro la construcción de la primera Iglesia Católica en Cuba, aunque yo lleve tanto tiempo sin pisar una en España. Es importante luchar porque otros puedan hacer libremente lo que tú has decidido (también libremente) no hacer. Una vez cerrada esta primera cuestión se abre otro debate interesante, ¿quién debe financiar esta libertad?