Espías de película mala
La situación actual de la diplomacia internacional me recuerda demasiado a Leslie Nielsen. Sin menospreciar el talento del histórico actor fallecido que ha logrado que hasta al más desaborío arranque a reír, la relación entre países occidentales es de película.
La situación actual de la diplomacia internacional me recuerda demasiado a Leslie Nielsen. Sin menospreciar el talento del histórico actor fallecido que ha logrado que hasta al más desaborío arranque a reír, la relación entre países occidentales es de película.
La situación actual de la diplomacia internacional me recuerda demasiado a Leslie Nielsen. Sin menospreciar el talento del histórico actor fallecido que ha logrado que hasta al más desaborío arranque a reír, la relación entre países occidentales es de película. Drama o humor, más de lo segundo y menos mal que el argumento se queda en pinchazos telefónicos. Esto de vivir en una guerra fría permanente es más que emocionante. Ni James Bond lo haría mejor en esta película para la que se ha destinado un presupuesto de unos cuantos millones, que puede que sirvieran para muchas otras cosas. Buscar las malas pulgas del otro cuesta dinero.
Para romper la ilusión del principiante, me duele decir que aquí somos todos muy cotillas, aunque sean dos los que saben lo que de verdad ocurre en Oriente Próximo. ¿Quién no está pinchado? Piense hasta qué punto puede usted informar a los demás sobre su localización en el móvil. Todos los que descubren que está en el chiringuito de la playa de Almería tomándose unos tintos bien fresquitos a la orilla del mar, mientras su espía busca algo interesante que encontrar a la vez que la envidia le corroe. “¡Qué me importa lo que haga ese señor, si aquí el único desgraciado soy yo!”.
A nuestros actores políticos se les ha subido a la cabeza el mito del comandante “con licencia para matar”, donde las organizaciones con siglas son morbosas, y el “y yo más” es más efectivo que la sangre. Insisto, menos mal. ¿Quién se convertirá en el salvador del mundo? Pues me temo que ni Merkel, ni John Kerry, ni Clinton. Combatientes con cable que se lanzan “besos” de los que se enteran por la prensa mientras otros cruzan fronteras con “ayuda humanitaria”. Una realidad internacional que el crítico calificaría de “película mala”.
Conclusión: no gasten dinero en palomitas.