Aquí no ha pasado nada
Debe ser media tarde. Dos jóvenes de cháchara y Suhaim Salem haciendo esta foto retrato: La hora propicia para un poco de té y rescatar lo que queda de casa, que salvo otras observaciones, sólo ha sufrido un bombardeo.
Debe ser media tarde. Dos jóvenes de cháchara y Suhaim Salem haciendo esta foto retrato: La hora propicia para un poco de té y rescatar lo que queda de casa, que salvo otras observaciones, sólo ha sufrido un bombardeo.
Debe ser media tarde. Dos jóvenes de cháchara y Suhaim Salem haciendo esta foto retrato: La hora propicia para un poco de té y rescatar lo que queda de casa, que salvo otras observaciones, sólo ha sufrido un bombardeo. Luz entra. El taxi amarillo espera en la esquina. Los vecinos de enfrente tienen las vistas tan despejadas como las suyas. El baño a mano derecha pero de lavarnos las manos casi nos olvidamos. La radio puesta. Algo de tranquilidad. Se oye únicamente el sonido de la berlina negra que desde el baño parece alejarse. Justo, justo donde el vecino estaba a punto de terminar la tercera planta.
De la foto de Reuters en pleno Gaza me hago mi película. Y de la cabeza de Benjamin Netanyahu y de la de Jaled Meshal sale otra. Una tregua indefinida. Así de repente. Aquí no ha pasado nada.
De las declaraciones de Meshal alegrándose por el asesinato de los tres jóvenes judíos hemos pasado a: “No. No. Nosotros con ISIL no tenemos nada que ver. Aquí peleamos por nuestra tierra y, sobre todo, no asesinamos periodistas”. Lo dicho y comentado hace semanas. Hamas asegura que con ellos se puede negociar. Que no son yihadistas ni esto es un califato. Hay clases.
Aun así desde el pequeño salón, bebiendo el té, la tregua huele a victoria. Ya no nos planteamos como civiles si los chicos de Meshal con cuatro fusiles y cohetes nos llevan al matadero cuando cabrean al ejército judío. Es la lucha y si hay que morir se muere.
Líbreme dios de opinar qué deberían de haber hecho los israelíes. Pero atacar a esa cantidad de población civil no, desde luego.
2000 muertos después aquí no ha pasado nada. Ampliamos la zona de pesca (de pescar pescado, digo), ampliamos la apertura de los pasos fronterizos y aliviamos el bloqueo.
Y la vida sigue. Israel levanta la mano. Intentará controlar a sus colonos más revirados. Esos que, por ejemplo, ponían precio a la cabeza de uno de los 1027 palestinos liberados a cambio del soldado Shalit. Los palestinos lamentando su suerte y Hamás manteniendo tensa esa cuerda.
Hay tiempo para todo. Al compañero de Reuters seguro que ese día le dio tiempo a tomar el té. Aquí parece que no ha pasado nada.