Sí se puede
¿Te ocurrió alguna desgracia? ¿Algo no fue como quisiste? Medita a qué o a quién le das el poder de hacerte daño, de robarte tu bienestar. Y lo que es más importante, ¿por qué otorgas ese poder a alguien o algo que no seas tú?
¿Te ocurrió alguna desgracia? ¿Algo no fue como quisiste? Medita a qué o a quién le das el poder de hacerte daño, de robarte tu bienestar. Y lo que es más importante, ¿por qué otorgas ese poder a alguien o algo que no seas tú?
¿Te ocurrió alguna desgracia? ¿Algo no fue como quisiste? Medita a qué o a quién le das el poder de hacerte daño, de robarte tu bienestar. Y lo que es más importante, ¿por qué otorgas ese poder a alguien o algo que no seas tú? ¿Se lo das a una persona? ¿Por qué? ¿Es mejor que tú? ¿Es más importante? ¿Se lo das a un trabajo? ¿Al número que aparece en una cuenta? ¿A las circunstancias? ¿A algo que hoy está y mañana quién sabe? ¿A algo que no puedes controlar?
No puedes controlar lo que te preguntan, pero sí lo que respondes. No puedes controlar nada excepto aquello que haces y que dejas de hacer. No puedes controlar lo que hacen los demás. No tiene sentido preocuparse por nada, la lógica está en ocuparse de lo que uno hace ahora, y como mejor se hace es desde la consciencia plena. Estando presente y concentrado en una tarea, en una conversación, en cualquier situación, disfrutando con tranquilidad. Sintiendo: la respiración, los movimientos, los sonidos, los estímulos internos y externos. Dejando pasar los pensamientos sin aferrarte a ellos.
Tómate tu tiempo para aprender a disfrutar con consciencia plena de lo que haces. Aprende. Pide ayuda. En realidad no hay motivo para estresarse o ponerse nervioso. Nada vale más que tu bienestar, que tu paz y tu equilibrio. Ni siquiera tener razón. Regala la razón. No discutas. ¿Qué prefieres, tener razón o ser feliz?
Aprende a ordenarte. A afrontar las situaciones de una en una, en fila. No en abanico. Utiliza herramientas. Planifica las tareas del día siguiente. El orden te dará seguridad, te permitirá saber qué hacer y cómo a cada momento. Eso no implica caer en la monotonía ni impide ser flexible ante los imprevistos e improvisar cuando es necesario. Haz un horario con el que te puedas comprometer y en el que hagas exclusivamente lo que te gusta. Si algo de lo que haces no te gusta, cámbialo. Y si no lo puedes cambiar, haz que te guste. Sí que se puede. Post-its, alarmas, mensajes que te motiven, recordatorios en el móvil. Todo sirve para recordarte que sonrías, que la felicidad sólo depende de ti, porque está en tu interior, está en cómo haces, aquí y ahora.