Piedras venidas a más
Las joyas, ese adorno que cada vez que me lo pongo me siento un árbol de Navidad y que no me ilusionan. Me da igual lo grande que sea el diamante en el anillo, no voy a decir «sí, quiero» con más ganas.
Las joyas, ese adorno que cada vez que me lo pongo me siento un árbol de Navidad y que no me ilusionan. Me da igual lo grande que sea el diamante en el anillo, no voy a decir «sí, quiero» con más ganas.
Lo reconozco, no me agradan las joyas. Ni suelo llevar ni me gusta que me las regalen, pero reconozco su labor informativa. No hay mejor manera de saber lo choni que es una tía que por el tamaño de los aros que luce en sus orejas… así te evitas conversar con ella. Hay chicas que se ponen aros tan grandes que Felix Rodríguez de la Fuente diría que son el hábitat de una familia de loros. Yo he visto a una niña en el parque decirle a su choni-madre que se aburre y ésta quitarse el aro y decirle que juegue al hula hop. Cuánto más grande es el aro, más tiempo pasa viendo «Sálvame». Lo mismo pasa con los tíos cuando lucen una cadena de oro al cuello. Algunas son tan gordas que dan ganas de ponerlos a cuatro patas… y pasearlos.
Luego están las perlas, con las cuales las chicas que las visten quieren hacerte saber que son pijas, con clase y castas. Cuánto más gorda es la perla, más años tiene la portadora. Las viejas aristocráticas tienen más chepa que el resto por lo que les pesan las bolas nacaradas . La mujer de Franco, llamada «la collares», antes de morir rozaba la barbilla con el suelo. Lo que habría disfrutado Franco…
Las joyas, ese adorno que cada vez que me lo pongo me siento un árbol de Navidad y que no me ilusionan. Me da igual lo grande que sea el diamante en el anillo, no voy a decir «sí, quiero» con más ganas. Pero hoy mi novio me ha dado mi regalo de santo, (es el 2 de septiembre), y os juro que me ha faltado un tris para decirle si se quiere casar conmigo: la cabeza de Darth Vader con leds rojos. Que la fuerza le acompañe a mi novio esta noche, porque va a necesitarla…