Apareció el barco
Los iraníes y los kurdos se lo disputan. No sé cómo se resuelve el problema. No sé quién era el armador, bajo qué bandera navegaba, quién formaba la tripulación, cuántos eran…
Los iraníes y los kurdos se lo disputan. No sé cómo se resuelve el problema. No sé quién era el armador, bajo qué bandera navegaba, quién formaba la tripulación, cuántos eran…
Desapareció el petrolero. Ha vuelto a aparecer. No hay tripulación, supongo. Sí hay 100 millones de dólares en crudo.
Los iraníes y los kurdos se lo disputan. No sé cómo se resuelve el problema. No sé quién era el armador, bajo qué bandera navegaba, quién formaba la tripulación, cuántos eran…
Hace años, volvía de Caracas a Madrid. En el avión, cenamos, dormimos y, al cabo de un rato, encendieron las luces. A desayunar, que estamos llegando. Un auxiliar de vuelo servía el desayuno. Pasó a mí lado, buscando a dos personas a las que no localizaba. Me miró y, sorprendido, me dijo; «se habrán bajado del avión por la noche».
Las dos personas aparecieron, como es natural y el auxiliar se quedó tranquilo. No le faltaba nadie.
Pero a los de este barco les faltaba alguien. Les sigue faltando, porque la noticia no habla para nada de la tripulación. Mucho petróleo, pero nadie. Barco fantasma, de verdad.
Veo noticias de países desaparecidos: Libia, Somalia, países africanos de los que solo tengo dos tipos de noticias: las muy malas (ébola, golpes de estado, matanzas porque sí…) y las maravillosas (buenas personas, muy buenas, que trabajan dejándose la piel para ayudar un poco).
Barco desaparecido, que no es nada comparado con los países desaparecidos. Más espectacular y más noticiable, lo del barco. Porque es curioso que un chisme así de grande desaparezca y aparezca. Más triste, lo de los países. Más triste todavía, que en países ricos no se sepa dónde están esos pobres y si se sabe, es para mal.
Hablé el otro día con un amigo mío africano. Le pregunté qué tal iban las cosas en su país. Me contestó: «mal. Tenemos petróleo».
Tenemos petróleo, mala noticia. Pronto sabremos dónde está ese país. Porque algo pasará: golpe o dictadura brutal. Y, en el país, más atraso.
Ya sabemos dónde está el barco, y lo que hay dentro: mucho petróleo. Buena noticia para los iraníes o los kurdos, que se lo están disputando.
Para el país de mí amigo, su petróleo, mala noticia. ¡Qué cosas tiene la vida!