Yijadistas sin fronteras
El Califato es moderno, tan moderno como el iPhone5 o los micromachismos, porque moderno es lo que ocurre ahora, ya sea la posición dominante o su reacción.
El Califato es moderno, tan moderno como el iPhone5 o los micromachismos, porque moderno es lo que ocurre ahora, ya sea la posición dominante o su reacción.
Obama ha sorprendido anunciando un modesto objetivo frente a un ejército terrorista que domina ya un territorio mayor que Inglaterra y que ha decapitado a dos periodistas norteamericanos: reducir el suelo que controlan.
Decía el otro día que hay algo de teatral en el triunfante Califato Islámico que ha llenado el vacío de poder abierto por las guerras en parte de Siria e Iraq, algo incongruente en su seguimiento de las leyes más bárbaras y atrasadas con los medios y estrategias de comunicación más modernos y avanzados.
Todo lo que no es tradición vivida tiene algo de baile de máscaras, y el ISIS quizá sea el caso más claro. Pero sería un trágico error ver al Califato como un mero anacronismo o una simple recreación de un podería pasado. El Califato es moderno, tan moderno como el iPhone5 o los micromachismos, porque moderno es lo que ocurre ahora, ya sea la posición dominante o su reacción.
Compara en este mismo medio Amando de Miguel a los militantes islámicos con los hunos que asolaron el Imperio Romano, y aunque el poder del ISIS es, para nuestra suerte, bastante más limitado, la analogía es afortunada en más de un sentido. De hecho, igual que en las filas de Atila el elemento huno acabó siendo minoritario al recibir el influjo de muchos pueblos bárbaros romanizados como los visigodos -‘Atila’, de hecho, significa ‘padrecito’ en godo-, el ISIS se está nutriendo de una curiosa ‘legión extranjera’, de unos macabros ‘yijadistas sin fronteras’ venidos en muchos casos de Occidente que buscan en las terribles certezas del Califa un revulsivo al nihilismo occidental.
En las postrimerías del Imperio Romano, cuando Roma era la luz, la civilización, la vida digna de ser vivida, y el resto era barbarie y oscuridad, era típico de la juventud rebelde romana vestirse y peinarse ‘a la bárbara’ y no era insólita la deserción de ciudadanos hacia las filas bárbaras. El ISIS viene a recordarnos, una vez más, que la historia aborrece el vacío y que el hombre no es una vaca que se satisfaga con buenos pastos.