Selfies
Lo de los selfies se nos está yendo de madre. El anglicismo invasor, uno más, corresponde a la moda de autorretratarse con el móvil para que luego la foto rule por la corrala digital.
Lo de los selfies se nos está yendo de madre. El anglicismo invasor, uno más, corresponde a la moda de autorretratarse con el móvil para que luego la foto rule por la corrala digital.
Lo de los selfies se nos está yendo de madre. El anglicismo invasor, uno más, corresponde a la moda de autorretratarse con el móvil para que luego la foto rule por la corrala digital. El fenómeno se ha convertido en una compulsión a medio camino entre el onanismo fotográfico y la exhibición del ego. El resultado es un álbum de gestos y posturas ridículas. La pose más común entre las adolescentes consta de ojos muy abiertos, morritos prominentes y muecas varias que hacen dudar si la remitente pretende un ademán favorecedor o sencillamente es imbécil.
La tontería de moda llegó al límite de la demencia cuando algún insensato compitió por inmortalizarse tentando a la muerte entre las astas de los toros de San Fermín. El atrevimiento provocó que más de uno se llevase a casa el selfie de una sonora colleja propinada con la mano abierta por un mozo pamplonica poco amigo de las boberías.
Otro tipo de autofoto en boga es ese en el que un personaje famoso se ve obligado a posar junto a un admirador impetuoso que congela tan trascendente instante para la Historia. Luego, el pelmazo de turno cuelga su gesta en las redes, donde queda atrapada junto a otros selfies concebidos para un uso muy privado. Intimidad y redes sociales son términos antagónicos. Y eso deberían saberlo quienes retratan su anatomía sólo para los ojos de su pareja y acaban logrando el dudoso honor de poseer el culo más visto de Instagram.
Lo último en selfies lo tenemos en la imagen superior. Un difunto enterrado hace 23 años posa, sin poder evitarlo, junto a un pariente y su desenterrador. Ambos parecen encantados. El del centro sólo parece muerto. La memez ha llegado más allá. Dentro de nada, pediremos a los cadáveres que sonrían para un selfie.