La III Guerra Mundial
Cada vez más, las imágenes impactantes de este mundo nuestro corresponden a la soterrada, sutil y despiadada lucha entre el islamismo y Occidente. Quizá sea la primera guerra mundial propiamente dicha.
Cada vez más, las imágenes impactantes de este mundo nuestro corresponden a la soterrada, sutil y despiadada lucha entre el islamismo y Occidente. Quizá sea la primera guerra mundial propiamente dicha.
Cada vez más, las imágenes impactantes de este mundo nuestro corresponden a la soterrada, sutil y despiadada lucha entre el islamismo y Occidente. Quizá sea la primera guerra mundial propiamente dicha. Las dos anteriores así calificadas fueron más bien europeas en su origen y planteamiento. Ahora el núcleo ofensivo corresponde al Oriente Medio, el territorio que hace 3.000 años ?por decir una fecha? fue la semilla cultural de Occidente.
Más allá de sus luchas intestinas, la pretensión del islamismo es dominar el mundo entero, al menos reconquistar el Califato medieval. Antes fue con la bandera verde; ahora con la enseña negra. Ahí entramos nosotros, los españoles, pues en nuestro territorio se contuvo la expansión musulmana. Para Ben Jaldún, los “españoles” se identificaban con los moros; el resto marginal eran los “gallegos”. El-Andalus no ha perdonado la derrota histórica.
De momento, la ofensiva islamista lleva las de ganar, al menos en el campo de la propaganda. La tímida resistencia de los occidentales no pasa de retórica. Se reproduce la tradición del “apaciguamiento” contra los nazis en 1939. Ya sabemos lo que costó.
Se podrá aducir la superioridad militar de Occidente. Pero los islamistas cuentan con varias armas psicológicas de gran eficacia: (1) El caballo de Troya que significan las minorías musulmanas enquistadas en los países occidentales. Lejos de integrarse en los países de acogida, esos núcleos se radicalizan (2) El efecto del terror que producen los atentados en la población civil. El modelo fue el ataque contra las Torres Gemelas en Nueva York. (3) El dominio potencial de una gran parte de la producción de petróleo. (4) La mentalidad antijudía (y por tanto proislámica) de una gran parte de la población occidental. Israel se convierte en el enclave occidental dentro del campo musulmán.