La noche oscura
Volvemos a lo mismo. Los nadie de Galeano. Los hijos de nadie. Los dueños de nada. Corriendo la liebre. Muriendo la vida. Que no son, aunque sean. Que cuestan menos que la bala que los mata
Volvemos a lo mismo. Los nadie de Galeano. Los hijos de nadie. Los dueños de nada. Corriendo la liebre. Muriendo la vida. Que no son, aunque sean. Que cuestan menos que la bala que los mata
No paran. Y no van a parar. Hasta que se les pare. Los terroristas de Boko Haram no solo secuestran niñas. Se llevan por delante lo que les place. La penúltima, 13 muertos tras un ataque indiscriminado a la Universidad de Kano, en Nigeria. Una matanza de jovenes que aspiraban a formarse para que su país tenga futuro y para construirse además el suyo propio. Pero estos canallas lo que desean es cercenarlo. Su futuro, desde el fanatismo, es el horror y la noche oscura permanente, para que no amanezca.
La imagen de AFP es una más. Pero es Nigeria. Nos pilla lejos. El suelo lleno de enseres personales tras el horror. Restos de la matanza. La esperanza por los suelos. Dos hombres, probablemente agentes policiales, buscan pruebas. A nuestros efectos, como escribió Sciascia, no hay pruebas en contra que valgan cuando se quiere creer lo contrario. O no creer. Porque en la placidez del primer mundo (¡Ay, el primer mundo!), no se quiere no ya creer, sino simplemente saber. Es más cómodo mirar para otro lado.
Claro que de vez en cuando despertamos. Cuando nos roza el drama. Y este del fanatismo que se expande, con diferentes caretas, nos afecta de lleno. Pero cuando queramos enterarnos quizá sea tarde. Y quizá nos lo habremos merecido.Nigeria. Siria. Irak. Afganistán. Somalia. Muchos no sabrán ni donde situar estos países en el mapa. Volvemos a lo mismo. Los nadie de Galeano. Los hijos de nadie. Los dueños de nada. Corriendo la liebre. Muriendo la vida. Que no son, aunque sean. Que cuestan menos que la bala que los mata