La trivialización del asesinato

En la Historia criminal hay que añadir una modalidad última. El asesino, uniformado de negro y encapuchado, se planta delante de una cámara de vídeo. La pobre víctima, revestida de una túnica naranja, aparece arrodillada y recita una acusación ininteligible.

Por definición, el asesinato es un asunto privado, vergonzante, secreto. Así se distingue de la ejecución legal allá donde existe la pena de muerte. Hasta los terroristas ?criminales sin sentido de culpa? suelen esconder la autoría de sus crímenes. Otra cosa es que luego los reivindique cobardemente la banda que los acoge.

En la Historia criminal hay que añadir una modalidad última. El asesino, uniformado de negro y encapuchado, se planta delante de una cámara de vídeo. La pobre víctima, revestida de una túnica naranja, aparece arrodillada y recita una acusación ininteligible contra su país de origen. El terrorista le rebana limpiamente el pescuezo con una navaja. La escena da la vuelta al mundo en unos instantes. La escenificación pretende convertir el asesinato en una ejecución legítima, pero no lo consigue. Simplemente retrocedemos a siglos anteriores, al menos para la tradición occidental. Quien emplee tal procedimiento para acabar con un enemigo jamás podrá constituir un Estado legítimo.

En otros tiempos bastaba una afrenta así, y sin tanta espectacularidad, para que los ejércitos de los países ofendidos desembarcaran en masa y acabaran con los matachines. Ya vemos que ahora no hay tal. Todo lo más que se produce es una declaración retórica y la venta de armas a las partidas que se enfrentan localmente a los terroristas. Por cierto, en este caso España ni siquiera se ha adherido a un movimiento internacional tan tímido. Y eso que nuestro país cuenta con una notable proporción de terroristas potenciales. Pertenecen a los que ahora tratan de exhumar el Califato de Córdoba. No se entiende la neutralidad española en un terreno tan hostil.

Ignoro si los terroristas se han propuesto trivializar el asesinato, pero lo han conseguido, para mal y para bien.