No sabemos ni el día ni la hora

Ya cada cumpleaños es un aviso contundente, como dice la Dama del Alba de Casona al abuelo: no tienes ochenta años, porque esos son los que ya no tienes… Tomen la idea, que cito de memoria y no me atrevo a poner comillas.

Aburrido por las mismas tristes noticias de siempre, me ha parecido sugerente comentar sobre este extravagante invento que se atreve a poner en los medios un tabú para la sociedad relativista postmoderna… Rodeados de tantos crímenes, banalizada la vida, sumergidos en las crueles leyes de la cultura de la muerte, tiene su interés este macabro reloj que te anuncia lo poco que te queda de vida…

Ya cada cumpleaños es un aviso contundente, como dice la Dama del Alba de Casona al abuelo: no tienes ochenta años, porque esos son los que ya no tienes… Tomen la idea, que cito de memoria y no me atrevo a poner comillas. La vida es bella porque es un breve periodo de prueba y es absurdo buscar su sentido cuando pretendemos ignorar que la muerte forma parte de la vida.

Muchos tópicos arrasan nuestra inteligencia y demasiados miedos nos encogen el alma. La muerte se oculta a los niños y nosotros creemos que nunca vamos a morir. La muerte solo es parte de un mundo virtual del que no formamos parte hasta que cada día, pertinaz, nos encuentra desarmados porque creíamos que no existía. A veces pienso que el sentido de la vida solo se encuentra en el sentido que damos a nuestra muerte. He visto morir con miedo y he visto morir con paz. He visto perdones de última hora y oraciones repetidas a diario. Puede uno intentar disminuir sus miedos con frívolos desprecios al misterio y puede uno encontrar la paz que nace de la reflexión. Cada día morimos un poco en cada acción y los pedacitos de vida que nos dejamos tienen sentido cuando miramos la inmensa eternidad. No tiene sentido descontar segundos de un macabro reloj que nos avisa del tiempo que nos queda, porque solo sabremos el día y la hora cuando llegue.