Sin necesidad de tecnología
Siri se ha convertido en la mejor amiga de Gus. Gus tiene autismo pero gracias al asistente virtual ha podido mejorar tanto sus conversaciones como su educación.
Siri se ha convertido en la mejor amiga de Gus. Gus tiene autismo pero gracias al asistente virtual ha podido mejorar tanto sus conversaciones como su educación.
Siri se ha convertido en la mejor amiga de Gus. Gus tiene autismo pero gracias al asistente virtual ha podido mejorar tanto sus conversaciones como su educación. Es curioso que algo que casi todos usamos para divertirnos puede suponer una ayuda tan grande para alguien con problemas. Esto me recuerda a la historia de Andrea, una niña con daños cerebrales que emplea una tablet para comunicarse con el mundo exterior. La pequeña apareció hace unos días en “Hay una cosa que te quiero decir” y me llamó mucho la atención que ese dispositivo tecnológico fuera el vehículo de sus voluntades.
Hoy en día la mayoría de niños están familiarizados con la tecnología de última generación, aunque a veces dudo de que eso sea una ventaja. ¿Cuántos pequeños son incapaces de divertirse sin el móvil o la tableta? ¿Saben jugar a las canicas, construir un puzzle o lo que es el “Tres en Raya”? Sí, entiendo que los tiempos cambian, que todo evoluciona, pero a veces la evolución va hacia atrás. Y la dependencia a las máquinas de nuestros niños es una clara involución.
Lo triste es que hay pequeños con enfermedades irremediables que darían lo que fuera por poder correr, saltar o jugar a pillar. Nunca sabrán lo que es divertirse con el escondite ni podrán sumergirse en una guerra de globos de agua. Su única vía de contacto con el mundo exterior es un aparato y no por elección, sino por necesidad. Es como las personas que siempre usan el ascensor sin pensar que puede que algún día sean incapaces, a nivel físico, de poder subir una escalera. No estaría de más que los padres hicieran ver a sus hijos cuan afortunados son. La suerte no es tener una tablet, es poder vivir sin tener que usarla.