Renée, haz lo que quieras
Una de las fotos que más comentarios ha provocado en la red estos días ha sido esta de la actriz Renée Zellweger. Sencillamente, porque parece otra mujer.
Una de las fotos que más comentarios ha provocado en la red estos días ha sido esta de la actriz Renée Zellweger. Sencillamente, porque parece otra mujer.
Una de las fotos que más comentarios ha provocado en la red estos días ha sido esta de la actriz Renée Zellweger. Sencillamente, porque parece otra mujer. Adiós a los mofletes, a los ojos achinados y a la redondez de su anterior cara. Muchos de estos comentarios decían: pero, ¿dónde se ha metido Bridget Jones? Bueno, la Jones –o más bien los kilos que tuvo que engordar para el personaje- había desaparecido hace mucho tiempo. De hecho, ya en la ceremonia en la que ganó el Oscar a mejor actriz de reparto por Cold Mountain en 2003, Zellweger apareció delgada y sin rastro de aquella Jones, personaje tremendamente machista, por otro lado.
La mayoría de los tuits eran una crítica enorme hacia la actriz. Que si por qué si había operado tanto, que si ahora no era la misma, que si se había pasado, que dónde estaban los límites en la cirugía estética… Yo evidentemente la miro y tampoco veo el otrora rostro con facciones de chica sanota y divertida. Pero también me pregunto, y qué. Es decir, ¿por qué nos llevamos las manos a la cabeza porque haya decidido pasar por el quirófano 17 veces? Igual ella se siente más feliz. Igual es porque, como ha dicho –teniendo que justificarse- ahora se encuentra mejor que nunca. Vale, la felicidad no te quita los mofletes, pero chica, la verdad es que puedes hacer lo que quieras.
Más allá de eso lo que me escama es la crítica continuada a las mujeres por su físico. Que si ahora está gorda, ahora está delgada, ahora está guapa, ahora está fea. Y observo también cierto puritanismo y conservadurismo. ¿Qué os gustaban más los mofletes? Pues a ella quizá no. Opinión personalísima: me gusta ver el paso del tiempo en los rostros. Si hay arrugas, que las haya, si hay manchas, que las haya. Ahora bien, si alguien quiere quitárselas, ¿por qué no? Este caso me recuerda al de la exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que también fue criticada y con regodeo –hasta un poco machistón procedente de otras mujeres- cuando se hizo el megalifting. Estoy segura de que ella se encuentra mucho más contenta ahora.
En fin, parece que todo obedece a cierta tiranía. Si la mujer tiene arrugas, porque las tiene, si se las quita, porque se las quita. Dejémonos de preocuparnos por el físico de las otras. Renée: haz lo que te dé la gana.