THE OBJECTIVE
Sara Montero Minguez

¿Dónde están los periodistas jóvenes?

Hoy luchamos contra otros problemas resguardados bajo el mismo paraguas: el miedo. Temor a perder el trabajo, a no ser contratado o a que no te den esa oportunidad que tanto llevas esperando.

Opinión
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¿Dónde están los periodistas jóvenes?

Hoy luchamos contra otros problemas resguardados bajo el mismo paraguas: el miedo. Temor a perder el trabajo, a no ser contratado o a que no te den esa oportunidad que tanto llevas esperando.

Una vez alguien me dijo que hay mucho talento para dar el relevo en el periodismo español. Lo que no hay es dinero. Los redactores que salen ahora al mercado laboral luchan contra las circunstancias económicas, pero sobre todo, combaten contra sí mismos para evitar que su propia ilusión les acabe convirtiendo en unos ilusos.

Desde España miramos a los reporteros de guerra con verdadera admiración. También a periodistas como Pablo Medina y Antonia Maribel Almada, que mueren ejerciendo su trabajo en países como Paraguay. Nosotros, afortunadamente supongo, nos enfrentamos a otras circunstancias: paro, salarios bajos o trabajos que se disfrazan de periodismo sin serlo. No conozco a ningún periodista de menos de 30 años que esté contento con su trabajo.

Es verdad que las cosas siempre han sido difíciles. Era arriesgado ser un periodista en el Franquismo, también en la Transición, donde la esperanza convivía aún con la sensación de inseguridad. Hoy luchamos contra otros problemas resguardados bajo el mismo paraguas: el miedo. Temor a perder el trabajo, a no ser contratado o a que no te den esa oportunidad que tanto llevas esperando. En la actualidad, el temor viene de lo económico y no de lo político (que se arrodilla también ante este poder fáctico), pero con un mismo resultado: la insatisfacción y la autocensura, con la que nos hemos acostumbrado a ejercer nuestra profesión.

Para los periodistas jóvenes hay otro enemigo al que enfrentarse: su propia vocación, cuyo sueño acaba creando verdaderos monstruos. ¿Cuántos años tienes que estar cobrando un mal salario para conseguir tu meta? ¿Cuántos teletipos hay que copiar para poder dedicar un día entero a hacer un solo tema? ¿Cuántas becas tienes que coger hasta conseguir un empleo? ¿Cuándo puedes decir «basta»? Las preguntas se alargan hasta la treintena cuando uno decide abandonar el periodismo o es el periodismo el que le abandona a él.

Poco a poco se van agotando en las redacciones las figuras a las que querer parecerse. Mientras tanto, una panda de ilusos siguen esperando hasta que esto un día se arregle.

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