Triste España democrática
Muy endeble, podrida y triste ha de estar una nación como España para que una banda de ladrones con ínfulas secesionistas, unos vulgares falsificadores de la historia, unos soplacirios de tres al cuarto, pongan en jaque a una sociedad política con más de 2000 años de historia compartida.
Muy endeble, podrida y triste ha de estar una nación como España para que una banda de ladrones con ínfulas secesionistas, unos vulgares falsificadores de la historia, unos soplacirios de tres al cuarto, pongan en jaque a una sociedad política con más de 2000 años de historia compartida.
Muy endeble, podrida y triste ha de estar una nación como España para que una banda de ladrones con ínfulas secesionistas, unos vulgares falsificadores de la historia, unos soplacirios de tres al cuarto, pongan en jaque a una sociedad política con más de 2000 años de historia compartida.
Todo el relato mítico de la Transición está haciendo aguas de forma estrepitosa. Que la democracia del 78 y su Estado de las Autonomías ha sido desastroso para España es ya una verdad tan incontrovertible como que los ángulos de un triángulo son igual a dos rectos.
Décadas de laissez-passer con los separatistas catalanes (y otros) en virtud de la “libertad”, “la democracia” y el “respeto a las singularidades regionales”, cuando no a las “nacionalidades históricas”, y gracias a gobiernos centrales absolutamente ignorantes de la historia de España y de los mínimos mimbres filosófico-políticos, nos encontramos ahora en una situación explosiva, en la que cualquier error de cálculo podría acelerar la desintegración de la nación.
Nadie ya se cree que una Cataluña separada de España sería inmediatamente rechazada por terceros países más poderosos que España, y que encontrarían la oportunidad de poner sus zarpas sobre un estadito al que colonizar y controlar fácilmente.
Pase lo que pase este domingo 9N, lo que habrá quedado claro es que esta triste España democrática tiene los días contados y no es ni la sombra de lo que una vez fue, ni en sus horas más bajas.
En otras ocasiones, España se salvó por el amor que sus habitantes tenían a la vieja piel de toro. Pero desde hace 20 años, ¿quién en España declara amor por su patria sin mirar de reojo para que no le oiga nadie que le pueda llamar facha?
Y nuestro salvador puede ser Pablo Iglesias Turrión. Sic transit gloria mundi.